Nadie pensaba que siglos después, estas ventanas se reabrirÃan para servir café, cócteles y lo que se tercie, debido a una pandemia mundial. La conocida heladerÃa VÃvoli, los aperol spritz en la animada Piazza Santo Spirito y comida para llevar del famoso restaurante Babae han sido algunos de los locales que se han adaptado a los nuevos tiempos a través de este viejo sistema.
La Asociación de Vitrinas de Florencia sostiene que durante los años 1629 y 1631 —época en la que tuvo lugar la plaga italiana— se utilizaban precisamente para hacer frente al problema del contagio, pasando los recipientes llenos de vino por la ventana, pero nunca se recibÃa el pago directamente en mano.
Con este fin se utilizaba una especie de palé de metal sobre el que el cliente colocaba unas monedas que el vendedor desinfectaba con vinagre antes de recogerlas.
En un primer momento, las buchette del vino eran habituales en los palacios en los que sus dueños se dedicaban a la vendimia, pero con la llegada de la peste su uso se extendió a todo tipo de establecimientos y edificios del centro histórico. Es el caso incluso del hospital de Santa Maria Nuova, en cuyos planos originales aparece una buchetta.
Exclusivas de Florencia y Toscana, durante aquel tiempo las buchettes eran algo cotidiano en la vida diaria, llegándose a contar hasta 150 solamente dentro de las murallas de la vieja Florencia, pero existiendo muchas más en toda la región.
A medida que disminuyó la demanda, se fueron cerrando y han ido pasando desapercibidas en la actualidad, hasta ahora, cuando algunas empresas las han vuelto a abrir para servir alimentos y bebidas respetando la distancia social. Se cree que la del palacio Gondi habÃa sido hasta el momento la última buchette operativa (fue inutilizada el año 1958).
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