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Amenaza paramilitar tambi茅n en el Cauca

Felipe Chica Jim茅nez
En Bol铆var, Magdalena, Atl谩ntico, C贸rdoba, Choc贸 y Antioquia el ‘Clan 脷suga’ se ha hecho sentir y dejan ver que van con todo. Pero cercano a lo que se vive en el norte del pa铆s, la nueva y creciente ola paramilitar ha llegado tambi茅n al Cauca sembrado la zozobra en las cabeceras municipales y sobre todo en zonas rurales donde l铆deres de base y movimientos, principalmente campesinos, ind铆genas y afrodescendientes, ejercen sus apuestas pol铆ticas de defensa del territorio y resistencia ante la miner铆a. Los recientes cr铆menes en este departamento han sido selectivos y con rasgos de sevicia.

El m谩s reciente crimen fue contra un joven ind铆gena. Seg煤n la versi贸n m谩s divulgada, el 27 de marzo a las 11 de la ma帽ana Cristian Anacona Castro aborda el bus que de R铆o Blanco conduce a Popay谩n. A la altura del municipio La Sierra el joven ind铆gena baja del bus para verse con una joven, seg煤n testigos que a esa hora viajaban en el veh铆culo. Luego de eso, dos hombres abordan a Cristian y lo conducen hacia la monta帽a cerca de la carretera, el bus contin煤a su recorrido sin el joven, que fue hallado muerto al d铆a siguiente con m谩s de diez pu帽aladas en su cuerpo. Aunque la polic铆a local manifest贸 que se trat贸 de un crimen pasional, sus allegados tienen otra versi贸n que lo sit煤a como un crimen pol铆tico, pues Cristian, que era estudiante de derecho en la ciudad de Bogot谩, lideraba la organizaci贸n de j贸venes en el resguardo ind铆gena de R铆o Blanco.
Entre las iniciativas de los j贸venes estaba la conformaci贸n del Cabildo Juvenil y la investigaci贸n del asesinato de Willar Alexander Oime, ocurrido hace un mes en pleno centro hist贸rico de Popay谩n. Alexander era el Gobernador de este resguardo y ten铆a fuertes divisiones con los anteriores l铆deres ind铆genas que, seg煤n fuentes locales, “ven con buenos ojos el anuncio de t铆tulos mineros en los cerros de La Serpiente, Patena y Sucub煤n, todos sagrados para el pueblo Yanacona” y, adem谩s, “han sido quienes ha dirigido por a帽os el cabildo con el prop贸sito de administrar los recursos provenientes por transferencias”. A diferencia de Alexander, Cristian nunca hab铆a recibido una amenaza de grupos paramilitares.
De hecho, un d铆a antes de su muerte se reuni贸 con otros j贸venes en la ciudad de Popay谩n para firmar una carta de rechazo del asesinato de Alexander Oime, en el cual se instaba a las autoridades del Cabildo a ayudar a esclarecer los hechos del crimen, as铆 como los de otros dos gobernadores ind铆genas de este mismo resguardo muertos con anterioridad. Aunque a primera vista se trata de un conflicto al interior del Cabildo de R铆o Blanco, las versiones de los habitantes hablan de nexos entre viejas autoridades ind铆genas y miembros del partido Centro Democr谩tico. “Se habla de reuniones entre l铆deres del resguardo y pol铆ticos en la ciudad de Popay谩n”.
Tanto el asesinato de Alexander como el de Cristian se suman a los m谩s de 24 homicidios ocurridos en los 煤ltimos meses en este departamento dirigidos contra l铆deres sociales, seg煤n la Red de Derechos Humanos del Suroccidente Colombiano Francisco Isa铆as Cifuentes.
La gravedad de los hechos tiende a empeorar. El 25 de marzo en horas de la noche se materializ贸 una de tantas amenazas que en d铆as anteriores hab铆an llegado al municipio de Corinto, cuando tres hombres portadores de armas de largo alcance ingresan a un vivienda en plena cabecera municipal y asesinan a V铆ctor Andr茅s Fl贸rez, miembro de la Asociaci贸n de Trabajadores Campesinos de Zona de Reserva Campesina del Municipio de Corinto, junto con otras dos personas que se encontraban departiendo en el lugar. Lo ocurrido fue rotulado por las autoridades locales como un ajuste de cuentas asociada al narcotr谩fico de marihuana y coca en la zona. Sin embargo, las v铆ctimas eran militantes del proceso Marcha Patri贸tica en el Cauca y se encargaban en este territorio del trabajo de base para la conformaci贸n de la reserva campesina.
Por otro lado, la oleada de amenazas en los territorios donde hacen presencia organizaciones como el Proceso Campesino y Popular de La Vega -PCPV-, en forma de grafitis de Autodefensas Unidas de Colombia y panfletos firmados por las 脕guilas Negras, intimidan la cotidianidad de estas comunidades. Semanas atr谩s dos hombres en motocicleta pasaron por la 煤nica v铆a que de Popay谩n conduce a La Vega vociferando toque de queda a partir de las ocho de la noche. El suceso no fue denunciado a las autoridades por temor a las represalias.
En este municipio actualmente est谩 en concesi贸n minera el ochenta por ciento del territorio, seg煤n la propia Alcald铆a local. Por eso, para el PCPV la sombra de las 脕guilas Negras tiene que ver con el af谩n por iniciar la fase explotaci贸n; de hecho, en algunas localidades cercanas ya se ven procesos de extracci贸n ilegal de oro y carb贸n en los cuales hay participaci贸n de agentes armados.
Como buena parte del discurso de las organizaciones sociales en el Cauca tiene un contenido expl铆citamente espiritual, al defender cerros y r铆os sagrados de la miner铆a y el narcotr谩fico, la estrategia paramilitar ejerce ahora un etnocidio, algo nada nuevo si se revisa el pasado reciente, que ya ha cobrado la vida de un m茅dico tradicional, mientras hombres encapuchados visitan las residencias de los sabedores ancestrales en R铆o Blanco y la Sierra para amenazarlos.

脕guilas Negras

Desaparecidas o no, las 脕guilas Negras que tuvieron su momento m谩s 谩lgido entre el 2005 y el 2010, son el s铆mbolo del horror paramilitar y su constante aparici贸n en panfletos con los cuales se amenaza a dirigentes con influencias reales sobre la movilizaci贸n de las comunidades, hacen pensar en la existencia de un gui贸n que tiene como principal enemigo pol铆tico los di谩logos de La Habana y toda organizaci贸n de base, con el paralelo funcional y nada nuevo de hacer viables los grandes proyectos extractivos dirigidos a la zona, quitando del medio las resistencias sociales.
A la fecha no tiene sentido negar la emergencia del “fantasma paramilitar”, nuevamente en territorios donde las bases materiales de su surgimiento siguen intactas: la alta concentraci贸n de la tierra, intereses mineros y puentes con algunas instancias del Estado, entre otras.
Lo extra帽o es el hecho de que las monta帽as del Norte del Cauca han sido dominadas hist贸ricamente por el Sexto Frente de las FARC y hacia el Sur, por el Macizo con l铆mites al departamento del Huila, por el ELN. Dice el actual Alcalde de Torib铆o, Alcibiades Escu茅, que “desde hace m谩s de una a帽o y medio no se escuchan los fusiles en el pueblo” y lo atribuye al avance de los acuerdos en la mesa de negociaci贸n. Sin embargo, hay quienes en el sector dudan de los acuerdos y predicen una especie de cambio de brazaletes en las tropas al servicio de otros intereses.
El panorama en Cauca es complejo y sin duda un reto explicativo, pero sin olvidar la hist贸rica relaci贸n entre el paramilitarismo y empresas extranjeras, todo parece apuntar, como se ha dicho en distintos medios, que la estrategia paramilitar en cabeza del Clan 脷suga no es muy alejada a la propuesta de la Oficina de Envigado, que inst贸 a Santos a abrir una nueva mesa de di谩logo para acordar la paz con este grupo narcotraficante desde un tratamiento pol铆tico.
No hay mucho espacio para la sospecha. El accionar de los grupos paramilitares deja ver buena capacidad log铆stica y coordinaci贸n, lo que habla de una cohesi贸n aparentemente manejada desde altas estructuras vinculadas al poder pol铆tico de ultraderecha que no es ajeno al departamento del Cauca.