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La noche de Halloween de la que Houdini no pudo escapar

La noche de Halloween de la que Houdini no pudo escapar
En la noche del 31 de octubre, siguiendo lo que empez贸 su viuda, muchos invocar谩n su esp铆ritu
Tuvo una vida m谩gica y un c茅lebre rival espa帽ol, marqu茅s y censor. Escribe su bi贸grafo
Una tarde, pocos d铆as antes de aquel nefasto 31 de octubre de 1926, un grupo de estudiantes entr贸 en el camerino del Gran Houdini, que pasaba con su espect谩culo por Montreal. Uno de los j贸venes, J. Gordon Whitehead, quiso comprobar si la resistencia f铆sica del mayor escapista de todos los tiempos era tan legendaria como se dec铆a. Tras unas breves palabras pidi茅ndole permiso, en un arrebato completamente impulsivo, Gordon le propin贸 cuatro fuertes pu帽etazos en el abdomen. Le cogi贸 desprevenido. A pesar de caer tumbado sobre el sof谩 enrosc谩ndose de dolor, su orgullo le hizo disimular, aparentando que el impacto no hab铆a sido de tal magnitud. Fue su gran error, porque al final, nadie consigue escapar de s铆 mismo y Houdini acab贸 siendo v铆ctima de su propia fanfarroner铆a.


Marcado mortalmente por aquellos cuatro pu帽etazos, el escapista m谩s vivo a煤n hoy de todos los tiempos, el hombre de las extraordinarias haza帽as que propiciaron que su nombre art铆stico se hiciera verbo (en 1920, la direcci贸n de la editorial americana Funk & Wagnalls decidi贸 incorporar en su diccionario m谩s famoso el verbo houdinize, que significa: "Escapar o liberarse uno a s铆 mismo de un confinamiento, ataduras o similar, por el movimiento del cuerpo") termin贸 incapacitado para escapar a la gran noche de Halloween. Porque fue en esa fecha se帽alada, pasada la una de la tarde, cuando el gran mago acab贸 retenido por las garras de la muerte.

El fan que lo tumb贸

A lo largo de su dilatada carrera, Houdini (su nombre real era Erik Weisz) hab铆a logrado forjar una imagen de invencibilidad, cargando su cuerpo con grilletes, candados y esposas, y desafiando todas las formas de sujeci贸n y encierro. Durante casi tres d茅cadas, trat贸 de fugarse de las m谩s arriesgadas trampas, prisiones, ata煤des, arcones, sacos, jaulas y profundos r铆os, y se dej贸 someter a dolorosas sesiones de inmovilizaci贸n, encarcelamiento y ahogamiento, escapando siempre ileso y dejando intactos los cierres que le aprisionaban. Y as铆 fue de fuga en fuga, de truco en truco, hasta su Halloween letal. Todo empez贸 d铆as antes en la ciudad canadiense de Montreal cuando dio inicio a una temporada en el teatro Princess con un programa de dos funciones diarias. Una tarde, recibi贸 en su camerino a un grupo de estudiantes para hablar sobre su carrera cuando el referido J. Gordon Whitehead, uno de ellos, lo quiso poner a prueba... Y el Gran Houdini cay贸 enroscado sobre el sof谩. Y quiso disimular como si nada le hubiese ocurrido.
Las horas posteriores empeoraron la condici贸n f铆sica del escapista y el dolor se hizo insufrible incluso para 茅l, acostumbrado a convivir con innumerables molestias. El mago fue ingresado en el hospital Grace de Detroit en la madrugada del 25 de octubre y sometido a una cirug铆a con un cuadro grave de peritonitis aguda. Y es de muy mal augurio a menos que el paciente se trate urgentemente con cirug铆a, una decisi贸n que debe ser tomada de inmediato y a la cual Houdini se resisti贸 hasta caer vencido por el dolor y por las s煤plicas de su esposa. En una 茅poca anterior a los antibi贸ticos, una infecci贸n como la suya era pr谩cticamente una sentencia de muerte, pero hab铆a esperanzas porque el paciente no era un mortal corriente. Todos pensaban, incluso 茅l mismo, que, dada su extraordinaria fortaleza f铆sica, su organismo podr铆a tener posibilidades de sobrevivir a aquel episodio. Pero desgraciadamente el tel贸n final acab贸 cayendo a la 01:26 una fr铆a tarde de un lunes de Halloween, 31 de octubre, un final extra帽amente mundano para un semidi贸s de 52 a帽os.
Desde su muerte, no ha transcurrido un Halloween sin que sus seguidores no hayan intentado contactar con el gran escapista en sesiones espiritistasorganizadas en varias ciudades del mundo, una tradici贸n que cobrar谩 fuerza este a帽o ya que se celebrar谩 el 90潞 aniversario de su muerte. Quien esto escribe presenci贸 una de estas espeluznantes sesiones en la noche de Halloween de 2013. Fue un encuentro con un grupo de fans en un hotel de en una c茅ntrica calle de Barcelona. Juntos centraron sus fuerzas con el objetivo de traerlo de vuelta a la Tierra. No tuvieron 茅xito.
La tradici贸n de evocar su presencia se remonta a la noche de Halloween de 1936, cuando su viuda, Bess, decidi贸 organizar una sesi贸n espiritista para celebrar el d茅cimo aniversario de la muerte de su marido. La reuni贸n tendr铆a lugar en la cumbre de una monta帽a, "la m谩s cercana posible al cielo", pero, a medida que el proyecto fue tomando forma, el lugar del evento fue sustituido por algo m谩s accesible: la azotea del hotel Knickerbocker de Hollywood, un lugar que contar铆a con una estructura para congregar hasta 300 invitados y posibilitar la transmisi贸n radiof贸nica en directo para todo el mundo.

Se帽al del m谩s all谩

A las ocho en punto, los invitados a la invocaci贸n se unieron en torno a una mesa redonda, se cogieron las manos en corro y se mantuvieron en silencio, esperando ansiosos una se帽al del famoso mago. Bess esperaba, con patente agon铆a, una se帽al del m谩s all谩. Era posible o铆r el tr谩fico de Hollywood Boulevard, y algunas notas de un saxo tocadas por alg煤n hu茅sped del hotel, pero nada se manifestaba en la fr铆a azotea del Knickerbocker.
El l铆der de la sesi贸n, Edward Saint, intent贸 establecer contacto con el mago durante m谩s de una hora hasta darse cuenta de que sus esfuerzos eran in煤tiles. Houdini no regresar铆a desde el reino de los muertos y ahora tocaba dar por concluida la sesi贸n. Durante dos d茅cadas su viuda manten铆a una vela encendida como un enlace simb贸lico que los un铆a entre la vida terrenal y la espiritual. Ahora le tocaba apagar la llama que hab铆a iluminado su esperanza durante todo este tiempo. "El santuario de Houdini ha permanecido iluminado todo este tiempo -dijo la viuda, resignada-. Ahora, respetuosamente, ha llegado el momento de apagar la llama. Diez a帽os son suficientes para esperar por cualquier hombre. Todo ha terminado. Buenas noches, Harry".

El noble Argamasilla

Aunque estos d铆as y en la noche de ma帽ana muchos se acordar谩n de 茅l (ayer mismo hubo una gala m谩gica de Halloween en una sala de Madrid que lleva su nombre), Houdini nunca pis贸 Espa帽a. En cambio, vivi贸 un ins贸lito suceso con unciudadano espa帽ol que afirmaba poseer visiones de rayos X. Se llamaba Joaqu铆n Mar铆a Argamasilla de la Cerda y Elio (quien m谩s tarde se convertir铆a en el und茅cimo marqu茅s de Santa Clara y el responsable de la censura cinematogr谩fica durante el franquismo).
Seg煤n Argamasilla, su potente visi贸n le permit铆a leer mensajes encerrados en cajas met谩licas o adivinar la hora marcada por las manecillas de un reloj de bolsillo del tipo saboneta. Para impresionar a los testigos presentes sol铆a taparse los ojos utilizando almohadillas de algod贸n, a las que luego superpon铆a un pa帽uelo atado a su cabeza. Despu茅s de manipular los objetos con total libertad, daba a conocer el texto del papel oculto o la hora marcada en el reloj.
Sus habilidades le hicieron ganar la fama de vidente y, tras ser estudiado por cient铆ficos espa帽oles y franceses, se fue a Estados Unidos para poner a prueba su pretendida y bien publicitada visi贸n de rayos X, pero cay贸 fulminado ante Houdini, quien conoc铆a m谩s de una t茅cnica para mirar disimuladamente por debajo del vendaje. Tal fue el descr茅dito que se verti贸 sobre el m茅dium espa帽ol que acab贸 vi茅ndose obligado a retirarse de escena, alegando una s煤bita e inexplicable p茅rdida de sus poderes.
Este texto no podr铆a concluir sin hacer un gui帽o m谩s a la fiesta de Halloween, una fecha adornada por clich茅s fantasmag贸ricos tan comunes en las pel铆culas de los a帽os 80 y 90, como calaveras sonrientes, vampiros de capa negra y zombis saliendo de sus tumbas bajo tierra, una imagen que Houdini estuvo a punto dejar registrada para la posteridad cuando trat贸 de enterrarse vivo como prueba para la creaci贸n de un nuevo n煤mero de escapismo, aunque nunca consigui贸 realizar la proeza, debido a su extrema dificultad.
El f茅retro elegido para el test ten铆a una tapa falsa que le ayudar铆a a salir r谩pidamente, pero el mago no consider贸 el peso de la tierra. Lo 煤nico que se recuerda de aquel fat铆dico episodio fue haber clavado las u帽as en ella y haber sentido su monumental peso. "Comenc茅 a abrirme camino desesperadamente y, al notar que la tierra se mov铆a, mis asistentes corrieron a rescatarme antes de que muriera asfixiado. Con las ansias que ten铆a de salir de aquel terrible soterramiento, acab茅 con las u帽as ensangrentadas y las manos en carne viva". El experimento le atemoriz贸 lo suficiente como para no volver a intentarlo nunca m谩s. "Es un n煤mero muy peligroso -escribi贸 el escapista en su diario-. El peso de la tierra es insoportable".