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¿Hacia dónde va la agitada política exterior de #Uruguay?

¿Hacia dónde va la agitada política exterior de Uruguay?
En pocos meses, la política exterior del Gobierno de Luis Lacalle Pou experimentó varios sacudones, entre ellos, un precipitado cambio de canciller. El analista internacional Andrés Raggio explicó a Sputnik que la postura de Uruguay no ha cambiado en lo comercial, pero sí muestra una intención de acercarse a EEUU y distanciarse de China.

Por Sergio Pintado*

Buscar una mayor cercanía con Estados Unidos aparece como el cambio más novedoso de la política exterior del Gobierno del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, señaló Raggio. Según el analista, el nuevo Gobierno mantiene posturas similares a las del antecesor izquierdista Frente Amplio, pero comenzó a marcar una mayor sintonía con Washington en detrimento de China.

Lacalle Pou asumió el Gobierno el 1 de marzo de 2020 y pocos días después debió enfrentar la llegada de la pandemia de COVID-19 a ese país sudamericano, así como sus consecuencias sociales y económicas. Si bien la diseminación de la enfermedad concentró la agenda política durante el segundo trimestre del año, también hubo tiempo para que la política exterior uruguaya sufriera algunos sacudones.

De hecho, el canciller Ernesto Talvi —quien ganó el liderazgo del tradicional Partido Colorado y compitió por la Presidencia en 2019— fue el primer integrante del Gabinete de Lacalle Pou en dejar su cargo tras presentar su renuncia el 1 de julio, horas antes de que Uruguay asumiera la presidencia protémpore del Mercosur.

Pero, además, la política exterior de Uruguay después de marzo tuvo otros hitos: las conversaciones entre Lacalle Pou y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, un discurso más confrontativo con el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, o el respaldo al candidato estadounidense para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone.

Sin embargo, lo que podía parecer como un viraje absoluto en la política exterior de la coalición de derecha en comparación con los 15 años anteriores del izquierdista Frente Amplio, parece tener varios matices, analizó Raggio, doctorando en Relaciones Internacionales.

«Yo no veo cambios sustanciales en la política exterior uruguaya con respecto al Gobierno anterior. Creo que realidad lo que hay es un tema discursivo y no hay diferencias profundas en la política exterior», sostuvo.

Raggio puso como ejemplo de esas similitudes la postura del Gobierno de Lacalle Pou con respecto al Mercosur, donde la nueva administración remarca la idea de «desideologizar la política exterior», en contraposición a las diferencias internas que el Frente Amplio había tenido a la hora de buscar Tratados de Libre Comercio (TLC) fuera del bloque regional fundado por Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina. Sin embargo, para el politólogo esa postura no es tan diferente a la del segundo Gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020), a través de su canciller, Rodolfo Nin Novoa.

«Eso es algo que el Frente Amplio ya venía haciendo, particularmente con Nin Novoa, que había manifestado constantemente las mismas palabras que Lacalle Pou (en la reunión de presidentes del Mercosur del 2 de julio). De fondo no existe una diferencia clara entre flexibilizar y no tener una visión ideológica en los organismos», añadió Raggio.

El politólogo recordó que incluso la Cancillería de Nin Novoa hizo muchos esfuerzos en torno a la cláusula 32/00 para lograr que Uruguay pudiera firmar tratados comerciales con países fuera del bloque sin sufrir el veto de Argentina y Brasil.

Al respecto, Raggio recordó que la intención uruguaya de lograr acuerdos comerciales con China, Corea del Sur, Singapur, Canadá, el EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) y la Unión Europea ya era propiciada por el Gobierno de Frente Amplio.

EEUU, la diferencia fundamental

Raggio no duda al decir que Lacalle Pou sí marcó un cambio con respecto a su antecesor Vázquez en su relación con EEUU. Y a diferencia de los matices que con el Mercosur se manifestaban en el discurso, el acercamiento hacia la Casa Blanca se expresa «con hechos».

En esa línea, recordó la conversación telefónica entre Lacalle Pou y Pompeo en la que, según el presidente uruguayo comentó después, Uruguay pidió que EEUU «revea» la posibilidad de firmar un TLC entre ambos países.

El «punto disruptivo» en la política exterior uruguaya marcada por esa conversación se complementó con el respaldo de Uruguay a la reelección de Luis Almagro en la Organización de Estados Americanos (OEA) y el reciente apoyo uruguayo a la candidatura de Claver-Carone en el BID.

Según Raggio, el reposicionamiento de Uruguay está en sintonía con la preocupación del Gobierno de Donald Trump con un eventual avance de China en América Latina. Así, el nuevo presidente uruguayo procura desandar algunos de los pasos que había dado el Frente Amplio, cuyos gobiernos mostraron «una inclinación natural por China» que incluso llevó a Uruguay a ser el primer país del Cono Sur en formar parte de la Nueva Ruta de la Seda, impulsada por Pekín.

«Uruguay venía siendo un país muy amigo de China, pero ahora Lacalle Pou se corre de ese eje, aunque tampoco se va al extremo opuesto», sintetizó, descartando que el pequeño país sudamericano pueda dejar de mantener relaciones con el gigante asiático.

Para Raggio, la cercanía de Uruguay a EEUU tampoco será extrema y solo el tiempo dirá si el respaldo de Uruguay a Clever-Carone —una decisión que contradice las posturas históricas de Uruguay y América Latina y generó críticas del propio Talvi y el expresidente colorado Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000)— es un hecho aislado o efectivamente consolida «un corrimiento estratégico de orientación geopolítica de Uruguay».

Venezuela, Talvi y Bustillo

El agitado camino que ha tenido la política exterior desde el 1 de marzo ha tenido otro de sus puntos conflictivos en las posturas de Uruguay y su Gobierno hacia Venezuela. Lacalle Pou no invitó a Nicolás Maduro a su asunción acusándolo de «dictador». Si bien Uruguay nunca dejó de reconocer a Maduro como el presidente legítimo del país, el presidente llegó a tener intercambios a través de redes sociales con el opositor Juan Guaidó.

Sin embargo, la gestión de Talvi marcó varios matices. Durante una entrevista el 6 de junio, Talvi se negó a calificar a Venezuela como una dictadura en virtud de su rol de canciller. La declaración generó cuestionamientos dentro de la propia coalición de Gobierno y, si bien los involucrados no hablaron públicamente del tema, el diferendo es manejado como uno de los elementos que influyeron en la salida de Talvi.

Para Raggio, «es un insulto a la inteligencia creer que ellos (Talvi y Lacalle Pou) no habían discutido eso antes». Según el analista, la postura de Talvi ha sido más similar a la de Nin Novoa, defendiendo la vía de una resolución pacífica y a través del diálogo a los conflictos internos en Venezuela.

El analista consideró que la salida de Talvi pudo estar más relacionada a la visión de la política interna y el liderazgo en el propio Partido Colorado, cuyo otro referente Sanguinetti también se había manifestado contrario al apoyo al candidato estadounidense en el BID.

Con la llegada de Francisco Bustillo a la Cancillería, un diplomático de carrera, pero con misiones diplomáticas importantes durante los gobiernos del Frente Amplio, la política exterior regresa a «manos» de Lacalle Pou y el Partido Nacional, su partido.

«La cartera va a estar liderada por una persona idónea pero habrá que ver si el diplomático y el político se separan, porque ya no es un rol diplomático sino un canciller y hay un factor político de toma de decisiones», analizó, en relación a Bustillo.


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