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Parque Farallones, una riqueza natural en venta

Un par de semanas atrás el alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero, dijo que había que retomar el control de los Farallones, una montaña de 4.280 metros de altura en su parte más alta, que hace 200 millones de años emergió de las profundidades del mar.

La reserva forestal, elevada en 1968 a área protegida del sistema de Parques Nacionales, está siendo destruida a ritmo infernal. Lo hacen colonos de otras regiones, mineros, madereros, ganaderos, cultivadores de café, Gentes de ciudad, incluidos políticos, que aprovechan la fragmentación de las propiedades para levantar fincas con piscina.

Las primeras en denunciar la venta de los Farallones fueron la Superintendencia de Notariado y Registro y Parques Nacionales. Aunque el Municipio dice ejercer autoridad sobre la montaña que provee de agua a Cali, una comisión, con Personería, Ejército y Policía halló 61 socavones y 13 campamentos en busca de oro.

Si hay algún sector del Parque donde la gravedad del problema es aún mayor, es en el conocido Pueblito Pance, un polo de desarrollo turístico que crece al garete, sin asistencia estatal. En un viaje hasta ese lugar, se pudo constatar cómo han empezado a florecer invasiones a ambos lados del río, centros turísticos que ofrecen desde jacuzzis, salas de masaje, salones de reuniones y zonas de camping, lo mismo que plantaciones de café y plátano, y zonas de explotación maderera y ganadera.

Para Hernando Zúñiga, presidente de la Junta de Acción Comunal de Pance, el problema radica en que ni el Municipio ni Parques Nacionales socializan la problemática con la comunidad.

A Zúñiga como a Carlos Montenegro, presidente de la JAC de la vereda San Francisco, les preocupa qué va a pasar. “Unas 85 casas van a ser demolidas porque estarían dentro del Parque”, afirman. Ambos sostienen que el problema se da porque Parques Nacionales, desde Bogotá, decidió mover el mojón que separa al área de reserva forestal de la zona de amortiguación donde está el pueblo.

“Nos oponemos a que bajen la línea”, dice Zúñiga. “Antes estaba a 1.900 metros sobre el nivel del mar. Ahora la línea divisoria que separa el Parque Nacional y la zona de amortiguación está a cinco cuadras de la iglesia del pueblo, a 1.600 msnm”. Tanto Zúñiga como Montenegro quieren que les expliquen por qué.

Montenegro agrega: “Hay sectores del Parque, como en La Buitrera y Felidia, donde la línea trazada por Parques Nacionales se curva a conveniencia de propietarios de tierras con mucho poder económico en Cali”, lo que demuestra, según ambos, los intereses poderosos detrás.
Aunque muchos estén de acuerdo en la urgencia declarada por el alcalde Guerrero de retomar el control del Parque, pocos creen en los anuncios pues detrás de la riqueza -dicen los panceños- se esconden intereses que empiezan desde la misma curva de El Bofe, donde hace rato el río Pance se privatizó. 

‘Ni municipio ni CVC defienden el Parque’
Para Sasha, una ciudadana estadounidense oriunda de Maine (Augusta), residente en pueblito Pance, ni a la CVC ni a nadie le importa el Parque y el medio ambiente. “Lo que les interesa es la tierra y la minería”.

De hecho, en terrenos donde ya hay explotación maderera, semanas atrás el biólogo Germán Corredor fue devuelto del Centro de Educación Ambiental El Topacio, junto al ornitólogo portorriqueño Joseph M. Wanderle.

“Esta gente carece de políticas para educar a la población en medio ambiente. De educadores ambientales solo tienen el nombre. Sus políticas son de carácter policivo con quienes no constituyen amenaza alguna para el Parque; preservar la biodiversidad es lo último que hacen”, señaló el biólogo de la Universidad del Valle.

“Imagínese eso. Me acompaña uno de los más prestigiosos ornitólogos de este lado del planeta, y no captan que una persona así enriquece las cosas. Pues no. Dijeron que no podíamos ingresar porque hay que solicitar un permiso en la CVC, en Cali. Y que es allá donde se paga el derecho de ingreso a la reserva natural. Que aquí no se hace eso porque corren el riesgo de que se les roben el dinero, como si no bastara con el que se roban allá en Cali”, terminó.

Para la comunidad, ni el Municipio ni la Nación emprenden acciones para la conservación del bosque y el río. Según Hernando Zúñiga, presidente de la JAC de Pance, “somos nosotros, los pobladores, con la ayuda de la Javeriana y la Icesi, que hacemos jornadas de limpieza del Pance”.

A los panceños no los tienen en cuenta ni para cosas elementales. El Centro de Educación Ambiental El Topacio, bajo la administración de CVC, estuvo cerrado durante tres meses. No tenían cómo pagar al personal. “Cuando vinieron a restaurar la casa del Centro, trajeron mano de obra de Roldanillo, de donde es la Fundación que el gobernador quiso imponer para administrar el Parque de la Salud, habiendo gente aquí desempleada”, afirman los comuneros.

Los que si aparecen puntuales son los funcionarios de Catastro con cuestionarios que consideran ridículos. Preguntan hasta cuántos gallos hay por familia y qué comen, cuando “para sacar una licencia de construcción de una casa les cobran 8 millones de pesos”.

La gente prefiere no sacar la licencia de construcción y hacer la casa. De ahí que la informalidad le estén negando al pueblito Pance convertirse en atractivo turístico sostenible y de primer nivel.

FRANCISCO QUINTERO
Cali.
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