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Relatos olvidados de la U. Nacional

Relatos olvidados de la U. NacionalEn 1952, el joven Ernesto Guevara visit贸 la Nacional. Hoy la plaza central recibe el nombre de “Plaza Che”. / Foto: Manuel Fernando Vergara
Aquella tarde de 1943, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, los versos de Neruda se hicieron poes铆a en contra del radical conservador Laureano G贸mez, perseguidor de los liberales y la izquierda en el campo, quien, con sus tropas chulavitas, convirti贸 a su gobierno en auspiciador del r茅gimen de La Violencia en Colombia y cuya herencia no se ha agotado con la marcha de los a帽os.
“Es tarde para ti, triste Laureano. Quedar谩s como cola de tirano en el museo de lo que existe. En tu peque帽o parque de veneno. Con tu postila que dispara cieno”, profer铆a Neruda, en medio de los aplausos incesantes de estudiantes y profesores, cuando ya se escuchaba el Nuevo canto de amor a Stalingrado.
Neruda regres贸 en 1968 a celebrar la inauguraci贸n de la concha ac煤stica. La lejan铆a de 茅sta construcci贸n dentro del campus no impidi贸 que aquel lugar se llenara por un instante de j煤bilo con aquel viejo comunista, que en los atardeceres de sus viajes a Colombia supo abrazar a la Universidad con su canto de denuncia, llev谩ndose la magia de aquellas aulas, que respiraban tambi茅n poes铆a.
En 1952, otro viajero, 茅ste en bicicleta, lleg贸 a la Ciudad Universitaria. Era un joven m茅dico que hab铆a decidido explorar las tierras latinoamericanas con su amigo Alberto Granados. Ernesto Guevara –que m谩s tarde ser铆a conocido como El Che, nombre que hoy lleva la plaza central del campus– fue recibido por Eduardo Santa en las residencias universitarias, hoy convertidas en los edificios Manuel Anc铆zar, Camilo Torres, Dise帽o Gr谩fico y Uriel Guti茅rrez, 茅ste 煤ltimo, en homenaje al primer estudiante asesinado por la polic铆a en la universidad, el 14 de junio de 1954, tras la masacre de estudiantes en ese mismo a帽o.
La traves铆a del Che no durar铆a mucho en Colombia. Al darse cuenta de los abusos de la polic铆a, apresur贸 su recorrido hacia Venezuela, despu茅s de asistir a un partido de f煤tbol entre el Real Madrid y Millonarios, y de entrevistarse con Alfredo D’St茅fano al calor de un mate.
De esa magia del f煤tbol quedan los recuerdos en el estadio Alfonso L贸pez Pumarejo, que fue sede de Santa Fe (1948 - 1951) y de Millonarios, entre 1950 y 1951, y de los primeros Juegos Bolivarianos, en 1938, como recuerdo de aquellos pa铆ses libertados por Sim贸n Bol铆var. Recientemente, el L贸pez Pumarejo fue sede de La Equidad y de Bogot谩 F煤tbol Club. Sin embargo, sus grader铆as hoy ya no respiran la misma vitalidad de aquella 茅poca de elogios. Como escrib铆a Eduardo galeano, “Caen las sombras sobre el estadio que se vac铆a. En las gradas de cemento arden, aqu铆 y all谩, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y tambi茅n el hincha regresa a su soledad”.
A pesar de la soledad que persiste en aquel lugar, hoy el Alfonso L贸pez Pumarejo est谩 dentro de las 17 edificaciones de la Ciudad Universitaria que han sido declaradas como patrimonio y monumento nacional. “Adem谩s de este destacado patrimonio arquitect贸nico y urban铆stico, el campus de la sede Bogot谩 contiene cerca de 120 esculturas y monumentos, as铆 como cerca de 130 pinturas, dibujos y grabados dispersos en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional”, informa el Sistema de Patrimonio y Museos de la UN.
Para la construcci贸n en 1936 de este lugar durante el gobierno liberal de Alfonso L贸pez Pumarejo –quien gestion贸 los terrenos de la Hacienda El Salitre, propiedad de don Jos茅 Joaqu铆n Vargas–, se proyect贸 el dise帽o a cargo de los arquitectos Leopoldo Rother y Erich Lange, y la colaboraci贸n del pedagogo Fritz Karsen. Ellos decidieron que el plano del campus estar铆a construido a partir de la forma de un b煤ho, s铆mbolo de la sabidur铆a.
A pesar de consolidarse el proyecto, la obra qued贸 inconclusa hasta nuestros d铆as. Como lo relata Ciro Quiroz, en su libro titulado La Universidad Nacional en sus pasillos, “inconclusa la obra de la Ciudad Universitaria, era en 1947 el m谩s importante parque de Bogot谩, al que aflu铆an gentes de toda clase. En verdad, el mejor v铆nculo cultural del pueblo, del que quedaron en proyecto sus lagos, su teatro experimental… y los auditorios especiales en donde cada embajada acreditada en el pa铆s mensualmente dar铆a una conferencia”. Tampoco se har铆a realidad el inacabado diamante de b茅isbol.
Abierto el campus, diferentes saberes coincidieron en la agitaci贸n de generaciones que intentaron forjar otro pa铆s, un activismo estudiantil comprometido con sus sue帽os, la academia y la transformaci贸n social. “A trav茅s de los ventanales la gente vigila sus parcelas en el jard铆n de Freud. All铆, entre las facultades de Ciencias Humanas, Sociolog铆a y Derecho acostados sobre el pasto le crean emboscadas al amor, al hambre y la muerte, construyen poemas y canciones, aplauden y se gozan a los compa帽eros que se han vuelto locos y deambulan de sal贸n en sal贸n, de cafeter铆a en cafeter铆a, mostrando lo que es capaz de hacer la academia”, escribe Carlos Medina Gallego en el libro Al calor del tropel.
Por eso, a veces basta cerrar los ojos y caminar por los senderos de la universidad para contemplar los colores y las vidas que empaparon el alma del campus. Si un d铆a usted decide ser un caminante de la Ciudad Universitaria, t贸mese el tiempo de descubrir las infinitas historias que este guarda, quiz谩 descubra a un travieso Jaime Garz贸n entrando un burrito a las aulas de la Facultad de Derecho, para jugarle una broma a uno de sus profesores.

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