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Pobreza e indigencia no ceden en América Latina

La reducción de la pobreza y la indigencia en los países de América Latina y el Caribe, que venía mostrando cifras positivas desde el 2002, se detuvo en el 2012. A esto se suma que los niveles de indigencia en la mayoría de países de la región vienen mostrando un leve incremento.

Así se desprende de un estudio que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presenta este lunes en Lima (Perú), ante autoridades y especialistas, para hacer un llamado a redoblar los esfuerzos para combatir la pobreza y la desigualdad en la región.

Según indica el estudio, en el 2012, 66 millones de personas vivían en condiciones de indigencia en los países de América Latina, y el año pasado la cifra aumentó a 71. Mientras tanto, la de quienes permanecen en condiciones de pobreza en el 2014 era de 167 millones.
El nivel de ingreso para definir los índices de indigencia y pobreza varía de país a país, dependiendo del costo de las canastas básicas alimentarias y no alimentarias y el acceso a estas. Para el caso de Colombia, Laís Abramo, directora de la División de Desarrollo Social de la Cepal, explicó que para el año 2013 las familias en la línea de indigencia en las ciudades eran aquellas que tenían ingresos mensuales inferiores a 95.883 pesos, y las pobres, las que no llegaban a los 227.367 pesos.
Abramo señaló que preocupa el incremento del número de indigentes, porque esa tendencia puede acentuarse en un contexto económico más difícil. 
“En efecto, las últimas proyecciones de la Cepal de crecimiento económico para el año 2015 lo sitúan en 0,3 %, y son previsibles los efectos negativos sobre el mercado de trabajo como el aumento del desempleo. A su vez, el aumento de la indigencia provoca disminución en el consumo de los hogares, lo que impacta negativamente los mercados internos de los países y puede acentuar el efecto de la desaceleración económica”, aseguró.
En años anteriores al ‘estancamiento’, las cifras venían mostrando avances particularmente positivos: el número de personas pobres entre 2002 y 2012, por ejemplo, había pasado de 225 a 164 millones. Esos resultados, según detalló el informe, estuvieron relacionados con un contexto económico favorable y “diversas iniciativas en el ámbito de las políticas sociales, como la expansión y redefinición de las políticas y programas dirigidos a la superación de la pobreza y la indigencia y a la promoción de la inclusión social”. 
Ahora, el freno en la reducción, según analiza el documento, ocurrió en medio de un contexto de bajo crecimiento económico mundial, relacionado, en parte, con la recesión europea, particularmente en la zona del euro, la desaceleración de la economía china y un moderado crecimiento de los Estados Unidos.
El organismo de las Naciones Unidas también hace énfasis en los distintos elementos que inciden directamente sobre la desigualdad en la región.
“Entre los ámbitos de la sociedad que producen, exacerban o mitigan desigualdades, el más decisivo es el mundo del trabajo. Ahí se genera la mayor parte del ingreso de los hogares en América Latina y el Caribe, así como las desigualdades inherentes a su distribución”, explica la Cepal. 
En este sentido, el estudio indica que un alto porcentaje de las personas que viven en condiciones de pobreza o indigencia hacen parte del mercado laboral; sin embargo, se alerta que los ingresos que obtienen no son suficientes para satisfacer sus necesidades.
Según cálculos realizados por la Cepal con datos de 17 países de América Latina alrededor de 2013, los ingresos laborales representan en promedio 80 % del ingreso total de los hogares, 74 % del ingreso total de los hogares en situación de pobreza y 64 % de los hogares en situación de indigencia”, indica el estudio que se presenta hoy en la capital peruana.
De otro lado, en el tema de género, por ejemplo, el estudio destaca que, en la región, las mujeres constituyen aproximadamente el 51% de la población total, pero solo acceden al 38% de la masa de ingresos monetarios que generan y perciben las personas, correspondiendo el otro 62 % a los hombres. 
El análisis del organismo también pone de relieve que la gran mayoría de los indicadores sociales muestran que las comunidades indígenas y afrodescendientes están en situación de desventaja frente al resto de la población.
“Las personas indígenas y afrodescendientes están sobrerrepresentadas entre la población en situación de indigencia, pobreza y vulnerabilidad. Además, tienen más dificultades para aliviar o superar la pobreza, y la transmisión intergeneracional de esa condición y su cronicidad son más altas”, añade.
Llamado a proteger el empleo
La directora de la división de Desarrollo Social de la Cepal, Laís Abramo, le contó a EL TIEMPO algunas de las recomendaciones que el organismo hace para que los países de la región busquen recuperar la senda de disminución de la pobreza que se registró durante casi toda la década pasada.
En opinión de la funcionaria, es necesario explorar nuevos espacios de financiamiento fiscal que permitan mantener y fortalecer el gasto social.
Especialmente, aquel orientado a la protección del empleo y a los programas de combate a la pobreza”, aseguró.
También sugirió que los países deben trabajar en fortalecer “los ministerios y secretarías de desarrollo social y su articulación con los otros ministerios del área social, como educación, salud, trabajo y vivienda, y su interlocución con los ministerios del área económica y productiva”.
El documento también señala puntos que pueden resultar estratégicos en la región para promover el desarrollo. Uno de estos es aprovechar el “bono demográfico” que tiene América Latina actualmente, al haber un porcentaje mayor de población en edad de trabajar, con respecto a los niños y personas con edades mayores.
“La mayoría de los países latinoamericanos aún transitan por esa etapa”, destaca el organismo, para el que “el desarrollo de capacidades de las nuevas generaciones es uno de los pilares básicos para sustentar el camino hacia la igualdad y requiere aprovechar mejor el bono demográfico, especialmente el potencial que representan los jóvenes. Para tal efecto, hay dos grandes ámbitos claves: la educación y el trabajo, que conforman los grandes eslabones del desarrollo y el avance hacia la igualdad”.
EL TIEMPO
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