#Ahora

7/recent/ticker-posts

Header Ads Widget

Polic铆a, a clases de g茅nero por acosar a mujer

La tutela que present贸 una joven v铆ctima de acoso en un ret茅n de la Polic铆a, obliga a la instituci贸n a capacitar a los uniformados “sobre perspectiva de g茅nero en procedimientos policiales”.
Polic铆a, a clases de g茅nero por acosar a mujer


Ximena C谩ceres no volvi贸 a tomar la v铆a Guaymaral-Ch铆a para viajar entre su casa y Bogot谩. La joven, de 25 a帽os, fue v铆ctima de un episodio gris para la Polic铆a de Cundinamarca, por cuenta de seis uniformados que, luego de obligarla a detenerse en un ret茅n, la acosaron justo en la noche en que se celebraba el D铆a de la Mujer. Ella intent贸, por todos los medios, que se tomaran medidas disciplinarias en contra de los uniformados o, al menos, contra el agente que no descans贸 en hostigarla hasta lograr que ella le diera su n煤mero de tel茅fono. Ahora, por este caso, el Consejo de Estado fall贸 una tutela en segunda instancia, en la que le ordena a la Polic铆a a dictarles a los uniformados un curso “sobre perspectiva de g茅nero en procedimientos policiales”.
¿Qu茅 pas贸 ese 8 de marzo? A las 9:30 p.m., Ximena conduc铆a por una v铆a sola. Dos de los polic铆as, que hac铆an un ret茅n, le dieron la orden de detenerse. Ella baj贸 el vidrio y le pidieron los documentos. Hasta ah铆 era un procedimiento normal. El l铆o empez贸 cuando ella, al sacar los documentos de la guantera, dej贸 al descubierto un cintur贸n de dise帽o, hecho con casquillos de bala. El art铆culo llam贸 la atenci贸n de los uniformados, quienes encontraron la excusa para hostigarla.

Primero fueron preguntas sobre el cintur贸n. Ella intent贸 explicarles que era un accesorio que un amigo hab铆a tra铆do de Canad谩 y que estaba hecho con balas sin p贸lvora. Incluso, les mostr贸 la p谩gina web de la marca que los vend铆a. De nada vali贸. Por el contrario, los polic铆as empezaron a burlarse del art铆culo. Todo cambi贸 de tono cuando, como 煤ltimo recurso, Ximena llam贸 a su amigo para que les confirmara a los polic铆as que su correa ten铆a balas de juguete. La respuesta de los uniformados la dej贸 fr铆a: deb铆an llevarla a un CAI para judicializarla por porte ilegal de armas.
En medio de los reclamos de Ximena, por lo descabellado de la decisi贸n, dos de los polic铆as aumentaron sus intimidaciones. Ya no le preguntaban sobre el cintur贸n, sino sobre su vida personal. D贸nde viv铆a, qu茅 hac铆a, d贸nde trabajaba, cu谩nto ganaba, qu茅 lugares frecuentaba, si tomaba, si fumaba o consum铆a drogas... Todo un interrogatorio. Ella, ya molesta, les pidi贸 que le devolvieran los documentos de su carro y que la dejaran seguir su camino. Incluso, les dijo que se quedaran con el cintur贸n. La respuesta fue m谩s desconcertante. Seg煤n los polic铆as, ten铆an que llamar a un mayor y deb铆an requisarla e inspeccionar todo el veh铆culo.
Fue cuando llegaron cuatro polic铆as m谩s, al mando de un mayor. Ya eran seis los que rodeaban a Ximena. La primera acci贸n del superior fue preguntar sobre el cintur贸n y por qu茅 lo ten铆a en su poder. Ella insisti贸 en sus explicaciones. Mientras repet铆a y repet铆a su versi贸n, uno de los agentes sac贸 una linterna y pos贸 la luz sobre su cuerpo. Una voz le hizo pensar lo peor: “La vieja tiene tatuajes”, exclam贸 el polic铆a. Mientras ella se cubr铆a, para que no los vieran, los agentes le empezaron a insistir que se los mostrara.
Llena de miedo, Ximena rog贸 una vez m谩s para que la dejaran ir. Los uniformados se reunieron. El mayor y sus acompa帽antes se montaron en sus veh铆culos y se fueron. No obstante, antes de irse, el superior lanz贸 una frase que Ximena no olvida: “Ustedes ver谩n qu茅 hacen con ella”. En ese punto ya hab铆a pasado una hora retenida de forma ilegal, pero los agentes siguieron hablando del cuerpo de la mujer. Finalmente, uno de los agentes le dijo: “Listo, hagamos una cosa. D茅jeme invitarla a salir y aqu铆 no pas贸 nada”. Aunque ella se neg贸, el agente s贸lo le devolvi贸 los documentos y la dej贸 ir luego de haber conseguido su n煤mero telef贸nico y de verificarlo. Horas m谩s tarde, ya en su casa, Ximena recibi贸 un mensaje de un n煤mero desconocido. Era el polic铆a. Ella lo bloque贸.
La denuncia
Al d铆a siguiente Ximena se fue para la Fiscal铆a a denunciar lo ocurrido, pero la respuesta reflej贸 la desidia de las autoridades ante la denuncia de una mujer acosada. El funcionario le dijo que no proced铆a, porque no le hab铆a pasado nada. Adem谩s, que no ten铆a los datos del acosador. Tampoco la dejaron comenzar un proceso por abuso de autoridad. “¿Me toca venir violada para que me pongan atenci贸n?”, reclam贸 Ximena. Cuatro d铆as despu茅s fue hasta la Polic铆a para presentar una queja disciplinaria, pero tampoco pas贸 nada.
Cansada con la indiferencia de las autoridades, Ximena busc贸 a un abogado para que la asesorara y decidieron presentar una tutela contra la naci贸n, el Ministerio de Defensa y la Polic铆a. El 3 de abril, en primera instancia, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca rechaz贸 el recurso, al considerar que a la mujer no se le hab铆an vulnerado sus derechos, dado que todo ocurri贸 en una noche de lluvia, en una v铆a poco transitada y 煤nicamente con polic铆as hombres. Seg煤n el tribunal, esto pudo generar que ella se sintiera intimidada. Adem谩s, se帽alaron que todo fue producto de la alerta que gener贸 el cintur贸n de balas.
Ella llev贸 su caso al Consejo de Estado, donde finalmente le dieron la raz贸n. El 20 de septiembre emiti贸 un fallo en el que revoc贸 la decisi贸n del tribunal y ampar贸 los derechos de Ximena a la igualdad, a la no discriminaci贸n y al debido proceso. De paso, orden贸 al Departamento de Polic铆a de Cundinamarca a impartir, en un mes, un curso sobre perspectiva de g茅nero en procedimientos policiales. Por su parte, a la Fiscal铆a le orden贸 tomar correctivos para evitar que sus funcionarios discriminen o caigan en prejuicios de g茅nero para obstaculizar el esclarecimiento de hechos que violenten a las mujeres.
El fallo constituye un precedente en temas de g茅nero, pero se queda corto. Al menos as铆 lo cree Olga Amparo S谩nchez, directora de la Casa de la Mujer, quien sostiene que esas decisiones deben emitirse de manera paralela a una transformaci贸n cultural, que deber铆a partir desde las instituciones. “M谩s que adoptar una perspectiva de g茅nero, hay que cambiar las pr谩cticas y los prejuicios. Muchas veces las mujeres prefieren no denunciar, porque deben contarles el mismo cuento al fiscal, al psic贸logo, al m茅dico, a la enfermera y al juez. Las instituciones no son amigables”, explica S谩nchez, quien lamenta que en el fallo, aunque se solicit贸, no hubiera incluido un amparo a los derechos de las personas LGBT en estos procesos policiales.
En esto coincide Alejandro Lanz, activista de derechos humanos y director de la ONG Temblores. Lanz, quien acompa帽贸 a Ximena en el proceso, cree que hace falta mucho por recorrer en cuanto a la protecci贸n de derechos de quienes se ven vulnerados por la propia autoridad. “Cuando la Polic铆a violenta a las personas en la calle y las criminaliza, queremos que sea devuelto a trav茅s de un perd贸n p煤blico de la Polic铆a y es algo que no nos dieron en la decisi贸n. Esto es determinante para el cambio institucional”. Aunque Ximena incluy贸 dicha petici贸n, el fallo s贸lo contempla que se publique la sentencia en el portal web de la Polic铆a y permanezca all铆 por tres meses.
La Secretar铆a de la Mujer tiene la labor de articular, junto con la Secretar铆a de Seguridad, las acciones en el Distrito. Actualmente est谩n capacitando a 5.000 funcionarios, entre polic铆as, fiscales, jueces, notarios, comisarias y defensores de familia para evitar que su labor raye con la discriminaci贸n a las mujeres. Esta tarea empez贸 indagando en el interior de la Polic铆a de Bogot谩, sobre qu茅 tan preparados est谩n sus hombres para los procedimientos y, a partir de ah铆, generar los correctivos necesarios. La idea es tener espacios seguros en la ciudad.
La Polic铆a, en cabeza del general Jorge Nieto, por ahora no se pronunciar谩. El fallo est谩 en la secci贸n jur铆dica de la instituci贸n a la espera de que pase al departamento de comunicaciones, que debe ubicar la sentencia en la web.
Ximena, por su parte, cambi贸 su rutina. Ya no transita por Guaymaral y ahora prefiere pagar cada d铆a el peaje entre Ch铆a y Bogot谩. Adem谩s, como su hora de llegada siempre es en las noches, intenta ir siempre acompa帽ada, pues asegura que a煤n tiene miedo. El mismo que sinti贸 el d铆a que la retuvieron; el que sinti贸 cuando recibi贸 amenazas en sus redes sociales por haber hecho p煤blico el acoso y el que la motiv贸 a exigir respeto a las autoridades para que hoy, luego de seis meses, la justicia le d茅 la raz贸n.