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Seis razones para oponerse al fracking

Seis razones para oponerse al fracking



Protestas en contra del fracking en Colombia. Foto Javier de La Cuadra.

El presidente Duque aprovecha la pandemia para favorecer al capital y afectar a la mayoría de los colombianos. Los proyectos pilotos de esta técnica los realizarán las mismas empresas petroleras que tienen el interés de ponerla en práctica

Héctor Yesid Vaca – Unión Sindical Obrera (USO)


Implementar el fracking a cualquier costo parece ser la decisión del Gobierno de Iván Duque, que valga la pena recordar, en campaña prometió que si llegaba a la presidencia no lo desarrollaría, pero como la mayoría de sus propuestas y promesas, esta resultó ser un completo engaño para ganar el favor de los electores.
Iván Duque abusando de las facultades especiales para controlar la pandemia por el covid-19, se ha dedicado a legislar usurpando funciones que no le competen al Ejecutivo, pero además favoreciendo los intereses de los grandes grupos privados y las multinacionales, en contra de los intereses de los trabajadores y el país.
En marzo de este año, justo cuando los precios del petróleo se acercaban a sus mínimos históricos y cuando cientos de empresas de fracking en Estados Unidos se declaraban en quiebra, tras la inviabilidad de producir a bajos precios, el Gobierno de Colombia emitió un decreto que da vía libre al inicio de los Proyectos Pilotos de Investigación, PPI, para el uso de la polémica técnica del fracking en yacimientos no convencionales en nuestro país.
Es bueno anotar que el fracking es una técnica que se utiliza para extraer petróleo y gas de yacimientos no convencionales, es decir, hidrocarburo almacenado en rocas con buena porosidad, pero muy baja permeabilidad, generalmente conocidas como lutitas. Al no tener una buena permeabilidad, o comunicación entre los poros, la técnica de perforación tradicional no permite su extracción, por lo que se recurre a la perforación horizontal y al fracturamiento extenso de la roca mediante el uso de grandes volúmenes de agua a alta presión, con químicos (algunos tóxicos) y arena tratada que mantiene abierta la fractura y asegurando la comunicación entre los poros. De esta manera, se permite que el hidrocarburo fluya a través de la tubería hasta la superficie.
Los argumentos de Duque
El Gobierno argumenta que el país requiere aumentar las reservas de petróleo y gas para mantener la autosuficiencia energética, porque las reservas actuales sólo alcanzan para seis años, razón por la cual se deben extraer los hidrocarburos de yacimientos no convencionales que existen en el país, mediante el uso del fracking. Duque plantea que se seguirán las recomendaciones que emitió la Comisión de Expertos de fracking el año pasado. Dicha comisión advirtió que el país no estaba preparado para la implementación de esta técnica, y manifestó la incertidumbre sobre el impacto que el fracking podría tener sobre el medio ambiente y las comunidades. Dicha Comisión recomendó, entre otras cosas, desarrollar proyectos pilotos de investigación con los que se recopile información que permita determinar dicho impacto, así como la necesidad de contar con la licencia social por parte de las comunidades, antes de adelantar cualquier proyecto.
Si bien es cierto que el país cuenta con reservas para muy pocos años, lo cierto es que tampoco se ha realizado un esfuerzo exploratorio significativo en la mayoría de las cuencas sedimentarias, donde se podrían encontrar nuevos yacimientos de crudo medio y pesado. Según un estudio del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional, en un escenario moderado, el país tendría un potencial de reservas de hidrocarburo convencional (petróleo y gas) de 55.844 millones de barriles de petróleo equivalente1, distribuido en las 23 cuencas sedimentarias.
La otra mirada
Consideramos no se debe permitir el desarrollo de los Proyectos Piloto de Investigación como están concebidos, por varias razones entre las que podemos señalar:
  1. No existe garantía alguna sobre la imparcialidad en las investigaciones sobre los impactos negativos que el uso de esta técnica pueda tener, tanto en la salud de las personas como en el medio ambiente, pues estos Proyectos Pilotos los realizarán las mismas empresas petroleras que tienen el interés de aplicar esta técnica. Es tanto como pedirle a una cadena de comida rápidas, que evalúe si su comida afecta la salud y de ello dependiera su continuidad en el mercado, la respuesta parece obvia.
  2. No existe participación de organizaciones veedoras como institutos de investigación de universidades públicas, comunidades, sindicatos u organizaciones ambientales, que en un momento determinado cuestionen la veracidad de la información o puedan hacer seguimiento a estos proyectos.
  3. Los impactos ambientales que puede ocasionar el uso de esta técnica podrían ser devastadores. No se tiene suficiente información hidrogeológica que permita determinar la ubicación de las fuentes de agua superficiales y subterráneas, abriendo la posibilidad que muchos de los acuíferos, sobre todo subterráneos, puedan ser contaminados como consecuencia del fracturamiento en zonas relativamente poco profundas.
  4. En la actualidad el país cuenta con un potencial importante de reservas de hidrocarburo convencional que podría permitir el hallazgo que aleje el fantasma de la pérdida del autoabastecimiento.
  5. Los contratos de concesión para Yacimientos no Convencionales que firmó la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, con las empresas petroleras, contemplan una participación irrisoria del país (Impuestos + regalías + participación en la producción + otros). Además, el concesionario es libre de vender a quien quiera el petróleo que extraiga en estos contratos, por lo que no se estaría asegurando de ninguna forma el autoabastecimiento nacional.
  6. La técnica del fracking es muy costosa (costo de producción entre 45 y 50 dólares por barril) y en su gran mayoría es subsidiada por los Estados, como ocurre hoy en los Estados Unidos. Seguramente, después de embarcar al país en el uso de esta técnica, los colombianos tendremos que subsidiar a las empresas, sobre la base de garantizar el autoabastecimiento petrolero nacional, lo que sería un pésimo negocio para nuestro país.
Aunque no somos un país petrolero, lo cierto es que dependemos fuertemente de los hidrocarburos, no sólo como fuente energética (61% de la matriz), sino también económicamente, pues cerca del 12% de los ingresos del Gobierno provienen de este sector.
Hoy el Gobierno colombiano, en lugar de estar pensando cómo meternos en la vaca loca del fracking, debería estar adelantando un esfuerzo serio en el camino a la transición energética, buscando diversificar la matriz energética nacional y promoviendo el crecimiento de la industria y el campo, para que se reduzca la dependencia económica que se tiene del sector petrolero.
1 ANH. Estudio realizado por el Dpto de Geociencias de la Universidad Nacional de Colombia. Prof. Carlos Alberto Vargas Jimenez.

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