En las virulentas protestas en Bolivia ante el retraso de las elecciones, se escucha la voz de pueblo que exige a la presidenta de facto renunciar a su candidatura.
Cochabamba, El Alto y otras ciudades bolivianas han sido este lunes escenario de protestas y enfrentamientos entre manifestantes que urgen la realización de los comicios y la renuncia de la autoproclamada presidenta interina, Jeanine Áñez.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) rechazó el diálogo convocado por el gobierno de facto para el domingo, porque no se aceptó su propuesta al respecto, de ahí que los militantes del partido alertaran de la intensificación de las protestas.
No obstante, los representantes de otras formaciones políticas acudieron a la cita y apuntaron el dedo acusador contra Áñez por convertir su mandato interino en una plataforma de campaña electoral.
La marcha fue transmitida en vivo en las redes sociales, ya que, según denuncian los convocadores, los medios de comunicación del gobierno de facto tergiversan o no muestran las protestas. Después de este masivo petardazo, el gobierno ordenó el despliegue de sus tropas en las calles.
La Central Obrera Boliviana (COB) también rechazó sentarse a la mesa de diálogos con el Órgano Legislativo y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) por falta de consenso sobre la fecha de las presidenciales. Los dirigentes sindicales mantuvieron su posición de elegir una fecha entre el 6 de septiembre y el 18 de octubre, iniciativa que la entidad electoral ha rechazado.
“Lamentablemente no hay voluntad del TSE es la cuarta reunión que estamos sosteniendo, existe la predisposición de los dirigentes nacionales. (.. ) La propuesta ha sido clara y concreta elecciones ni el 6 de septiembre ni el 18 de octubre. Dijimos que consensuemos una nueva fecha, un término medio, pero hasta la fecha se resisten, rechazan y no aceptan más allá inclusive de las garantías que habíamos pedido”, precisó el secretario general de la COB, Juan Carlos Huarachi.
El expresidente de Bolivia Evo Morales renunció al cargo el 10 de noviembre de 2019, en medio de un golpe de Estado apoyado por Estados Unidos y una ola de violencia desatada por la oposición, que se negó a reconocer su victoria en las elecciones presidenciales. Tras la renuncia forzada de Morales, Áñez se autoproclamó presidenta interina del país y asumió el poder sin quorum legislativo, un hecho considerado por Morales y varios países del “golpe más artero y nefasto de la historia”.
Actualmente, Áñez, quien pretende perpetuarse en el poder, está intentando retrasar las elecciones, valiéndose de varios pretextos, hecho que ha indignado a los bolivianos y avivado las protestas.
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