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El papa Francisco autocrítica, rechazó doctrina de Iglesia que justifica la guerra. "Hermanos todos"

El papa Francisco autocrítica, rechazó doctrina de Iglesia que justifica la guerra. "Hermanos todos"


“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana. Como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”, dice el documento. Nueva encíclica Fratelli Tutti

Ricardo Arenales

El pasado 3 de octubre el sumo pontífice de la Iglesia Católica, el papa Francisco, hizo público el texto de su nueva encíclica, Fratelli Tutti (Hermanos todos), sobre la amistad y la fraternidad social. Se trata de un texto de ocho capítulos, inspirado en el testimonio de San Francisco de Asís, quien “se sentía hermano del Sol, del mar, del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne, los pobres, los abandonados, los enfermos, los descartados, los últimos”.

Se trata de una carta evangélica dirigida a toda la humanidad, y el papa la entiende como “un humilde aporte a la reflexión, frente a diversas y actuales formas de eliminar o ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar, con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social, que no se quede en las palabras”.

En la tercera encíclica de su pontificado, el papa reitera sus críticas al “perverso” sistema económico global, afirmando que mantiene al pobre en los márgenes, al tiempo que enriquece a unos pocos. Francisco dijo que la pandemia del coronavirus ha demostrado que las “teorías mágicas” del capitalismo de mercado han fracasado y que el mundo necesita una nueva clase política que fomente el diálogo y la solidaridad y rechace la guerra a toda costa.

No justifica la guerra


En el texto de la encíclica, incluso, de una manera autocrítica, rechazó la doctrina de la Iglesia que justifica la guerra como medio de legítima defensa, afirmando que se ha aplicado de forma demasiado amplia durante siglos y que tal postura ya no es viable.

La temática principal de la encíclica es la afirmación ‘todos somos hermanos’, un documento de carácter social que resume los asuntos medulares de los discursos del pontífice a lo largo de su apostolado. “La fraternidad es la piedra angular de la humanidad, si quiere vivir en paz y con una mayor justicia”, dice quien analistas comienzan a calificar como “el papa de la fraternidad universal”.

Convoca al mundo al mundo a “rehabilitar la política” para hacer frente a las consecuencias de la pandemia y “hacer posible el desarrollo de la comunidad mundial”, al tiempo que asegura que “el mercado solo no resuelve todo” y denuncia los “estragos” que causa “la especulación financiera en el mundo”.

El papa analiza los condicionamientos de la deuda sobre las economías de muchos países, defiende una política “sana” que “no esté sometida al dictado de las finanzas” y advierte que “la fragilidad de los sistemas mundiales frente a la pandemia ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado”.

Cada uno con su propia voz


“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana. Como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”, dice el documento Fratelli Tutti. “Es un nuevo sueño que busca darle actualidad histórica a la utopía, posible y deseable, de construirnos una familia humana. Porque nadie debe pelear la vida aisladamente”, señala una fuente cercana al Vaticano.

No se queda en un discurso de buenas intenciones. A diferencia de encíclicas de papas anteriores busca de forma prioritaria hacer posibles transformaciones sociales que nos acerquen a una mayor solidaridad. De ahí su crítica a modelos de desarrollo ajenos a las necesidades sociales, basados en las ganancias. Aumentó la riqueza, pero a la par, crecieron la inequidad, la injusticia y nuevas pobrezas, señala el documento papal.

La encíclica describe las sombras de un mundo cerrado “sobre sí mismo por la ambición del dinero, el irrespeto a los derechos humanos y un sistema de mercado neoliberal que destruye a las personas y la naturaleza”. Denuncia la plaga de las guerras y la venta de armas, el desastre de las migraciones y el tráfico de seres humanos, la injusticia de las deudas externas de los países pobres y del comercio de las drogas.

El papa insiste en un planteamiento medular en su pontificado: la necesidad de cultivar una cultura del encuentro. “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en sus propios intereses, jamás son el camino para devolver la esperanza y obrar la renovación. El aislamiento no, cercanía sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”.



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