1) Colombia es un Estado Plutocrático: (Gobierno de los más ricos). Como en muchos paÃses, esto es casi una regla. Por ser regla ¿es justo o conveniente?, desde luego que NO. Miremos nuestra historia de más de 200 años: Colombia, un suelo rebosante de riquezas y recursos naturales es al tiempo atravesado por una de las desigualdades socio-económicas más prominentes del planeta (1); ésta realidad no necesita de un experto politólogo o economista para ser explicada. Históricamente todos nuestros gobernantes han sido de derecha o extrema derecha. Eso significa la exclusión de las mayorÃas en el poder y por tanto en la distribución de las riquezas, el resultado: uno de los paÃses más desiguales del mundo. Esto torna el cotidiano vivir de las masas en un infierno, paradójicamente habitando un paraÃso.
—Cuando un lÃder-candidato popular es seguro presidente, es asesinado. El caso Gaitán, entre otros de similar importancia, es prueba irrefutable de ello (2).
2) La anulación de la opinión y de la participación polÃtica de los representantes populares, que entre otras cosas dio origen a las guerrillas y a la guerra de 60 años (lógica reacción cuando desde el poder se elimina a quienes exponen ideas contrarias al statu quo y que van en contravÃa de quienes lo han ostentado a manera de herencia familiar), es otro de nuestro males. Esta anulación se ha dado por la vÃa de las balas o de la persecución polÃtica. En cualquier caso, es un hecho entendido como violento (caso Petro, UP, actuales lÃderes sociales, entre muchos más). El afán desesperado de la plutocracia por perpetuarse a toda costa en el poder para mantener sus privilegios, vuelve descarados sus métodos, y claro, su prensa es su lavadero de imagen y el empuercadero de la de sus opositores.
3) La simbiótica y letal connivencia entre el poder económico, polÃtico y estatal: tres cosas aparentemente distintas y un solo dios verdadero —haciendo un sÃmil con el célebre dogma católico—, ya que el poder estatal es inseparable del poder polÃtico y éste va de la mano del poder económico, (3) pero el único dios ubicuo entre ellos —y su esencia misma— se llama dinero (capital). En sÃntesis: Si tienes dinero (mucho dinero) tienes el poder polÃtico y el poder estatal, o sea el poder total. Para corroborar esta aseveración, invitamos a investigar quiénes son los grandes patrocinadores de los polÃticos, incluyendo los presidentes de Colombia. Casi no es necesario hacerlo, es vox populi: son los grandes grupos económicos, que bajo la máscara de prósperos empresarios y filántropos señores, esconden su verdadero rostro: el egoÃsmo y la avaricia. Alguien dirá: ¿qué nos importa si son avarientos?, tendrá razón tal vez, es problema de ellos, pero cuando esa avaricia sobrepasa los lÃmites personales, es decir, cuando perjudica a toda una población, la cosa cambia sustancialmente.
Hasta en el capitalismo (al menos en teorÃa) es condenado el monopolio, y la verdad es que la economÃa colombiana, y por tanto, el poder polÃtico-estatal, están monopolizados. Sus dueños: las castas polÃticas tradicionales y los grandes “empresarios”, que aunque existiendo muchos más, se destacan cuatro: Sarmiento Angulo (4) (dueño de El Tiempo; dueño del Grupo Aval, el grupo banquero más grande de Colombia y de los más grandes del mundo; asà mismo, uno de los hombres más ricos del planeta); Ardila Lülle (5), (dueño de RCN, y muchos medios de comunicación radiales, televisivos y virtuales, Postobón, ingenios azucareros y con grandes tentáculos en diversos sectores de la economÃa); y Santodomingo (6), (dueño de Caracol, El Espectador y otros espacios periodÃsticos, gran accionista de la industria cervecera como Zab Miller, Bavaria, etc., con inversiones en el sector aéreo como Avianca, las compañÃas de telecomunicación celular, etc.); Gabriel Gilinski (7) banquero, (dueño de red Servibanca, Banco GBB Sudameris), dueño de firmas comisionistas de bolsa, de productos comestibles Yupi, de plásticos Rimax, de importantes hoteles, de revista Semana, entre otros).
4) No se trata de criticar al rico por criticarlo, ni es una muestra del “resentimiento social” como muchos ignorantes aducen, se trata de analizar el monopolio económico anclado al poder del estado y comprender cómo ese interés particular no debe primar sobre el interés general, la misma constitución lo rechaza pero no se cumple, o mejor dicho, impiden su cumplimiento.
—La desigualdad social es la madre de la violencia en Colombia, por eso la verdadera paz es la justicia social (8).
—La plutocracia legisla y gobierna en favor propio (por lógica elemental), no es más que analizar las leyes que salen desde el legislativo y entenderemos que están creadas para favorecer a los poderosos. Un sólo ejemplo: la «nueva» reforma tributaria (para no explayarnos en nombrar otras, numerosas y ampliamente conocidas pero igualmente nefastas).
—Si al hecho de criticar el monopolio del poder polÃtico-económico-estatal, le añadimos los métodos que han usado para volverse billonarios (corrupción, la misma que ahora dicen querer combatir porque suena muy lindo en épocas electorales; la usura, el engaño a través de su prensa, las alianzas con grupos criminales, etc., etc.), entonces tenemos toda la legitimidad para hacerlo (9).
—Un Estado hecho a la medida de los ricos, a su ritmo, a su bailado: Su justicia, sus instituciones, su educación (tema de vital importancia para superar el subdesarrollo y la pobreza), su salud, su seguridad, su economÃa, su bienestar, la vida y felicidad de sus gentes, es todo, menos un Estado Democrático.
5) —Propuesta: Un gobierno de las mayorÃas, o sea un gobierno popular y nacionalista. ¿Pero quién o quiénes?: Los hay. Si el dÃa de sufragar entendiéramos que el voto no significa 50 mil pesos y un plato de lechona, los podrÃamos ver.
—Si el pueblo llegase al poder, no se tratarÃa de expropiar a nadie como dice la propaganda negra plutocrática y que sin pena repiten las masas carentes de estudios polÃticos, tampoco se tratarÃa de ser regidos por una «dictadura comunista» sin derecho a opinar; por el contrario se trata de democratizar, jamás de tiranizar, eso ya lo hemos vivido durante dos siglos y sin haber tenido gobiernos de corte “comunista”; se trata de democratizar nuestras riquezas porque es nuestro derecho natural al haber nacido en este territorio y por ende, democratizar nuestro bienestar; ¡Que exista sector privado!, eso está claro y es necesario, pero que su avaricia no afecte el bien común o general, que su sed de poder no afecte nuestras vidas para favorecer a una minorÃa.
—El Estado debe garantizar —al menos— los derechos fundamentales y con calidad, éstos no pueden seguir siendo otro negocio más de los privados, asà como debe garantizar el aprovechamiento de sus copiosos recursos naturales en favor del pueblo y no del capital extranjero. Bienvenida la inversión, más no la explotación.
—Para llegar al poder, los lÃderes populares deben entender que son más lo puntos que nos unen que los que nos separan. AsÃ, con una coalición entre ellos, podrÃamos lograrlo. Un acuerdo programático abierto a la gente y haciéndola partÃcipe de este, es una manera democrática y transparente de unir ideas para el cambio. Asà se sabrá quiénes son realmente alternativos, o quienes, vistiéndose de alternativos, quieren perpetuar el continuismo.
Las demás opciones (gobiernos de derecha y extrema derecha) están más que probadas y desgastadas, ya “nos saben a cacho”, como decimos coloquialmente. Dos siglos de los mismos son más que suficientes. Esa fórmula solo ha servido para hacer a los ricos más ricos y a los pobres (nosotros, la gran mayorÃa) más pobres. “Si quieres resultados diferentes no hagas siempre lo mismo”, nos decÃa Einstein, que entre otras cosas comulgaba con las ideas populares o de izquierda (10).
—Adenda: El dinero obtenido a costa de nuestro trabajo y de nuestros recursos naturales, se guarda en paraÃsos fiscales fuera del paÃs (10), EE.UU. o Europa, el llamado primer mundo. Además son sus lugares de residencia, porque a Colombia sólo la ven como la mina o la gallina de los huevos de oro, los que vivimos y sufrimos este paÃs somos nosotros, la mayorÃa, no ellos. Es nuestro derecho y deber abogar por un cambio para nosotros y nuestros hijos (11).
Referencias
(1) http://www.las2orillas.co/colombia-es-uno-de-los-paises-mas-desiguales-del-mundo/
http://caracol.com.co/radio/2011/03/15/nacional/1300200780_439710.html
http://contracara.com.co/opinion/2018-otra-vez-los-mismos/
(2) http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/20768-muerte-jorge-eliecer-gaitan-sus-consecuencias-colo/
http://contracara.com.co/opinion/2018-otra-vez-los-mismos/
(3) http://www.alcarajo.org/rcn-el-laboratorio-que-creo-la-enfermedad-llamada-uribismo-2/
(4) https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Carlos_Sarmiento_Angulo
(5) https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Ardila_L%C3%BClle
(6) https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Mario_Santo_Domingo
(7) http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2014/09/03/latinoamerica-menos-desigualdad-se-reduce-el-crimen
http://www.lanacion.com.ar/1172297-la-violencia-social-y-el-delito-son-frutos-de-la-desigualdad
(8) http://lasillavacia.com/historia/postobon-y-los-paras-cero-y-van-cuatro-56416
http://www.razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/1510-la-corrupcion-en-colombia.html
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