El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, acusó a Alemania de "grosería diplomática" con Rusia, tachando de inadmisible que las autoridades germanas compartieran con Moscú solo las respuestas que dio Navalny cuando lo interrogaron. "Resulta que Navalny dice: 'Me envenenó el Estado ruso y personalmente Vladímir Putin', y Occidente lo percibe sin rechazo alguno", resumió Lavrov, agregando que todas las acusaciones contra el Kremlin "tienen la forma de lo que el propio Navalny expone en el interrogatorio de las fuerzas de orden alemanas".
"En lugar de buscar excusas externas para justificar sus propias acciones o desviar la atención de sus propios problemas y crisis, hay que, en cambio, jugar limpio y buscar la solución de los propios problemas internos en una cooperación internacional honesta y equitativa", defendió canciller ruso.
El opositor vincula su persecución judicial en Rusia con su actividad política y culpa al presidente Vladímir Putin de haber ordenado su asesinato mediante el envenenamiento.
Putin, por su parte, negó la responsabilidad del Estado ruso en lo ocurrido a Navalny y tachó la investigación periodística realizada por Bellingcat, The Insider y otros medios, que concluyó que detrás del envenenamiento del opositor estaba un grupo de agentes del FSB, de "legalización de materiales de los servicios de inteligencia estadounidenses".
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