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GEOPOL脥TICA IMPERIAL, Intervenciones estadounidenses en Nuestra Am茅rica en el siglo XXI-Caso Colombiano

GEOPOL脥TICA IMPERIAL, Intervenciones estadounidenses en Nuestra Am茅rica en el siglo XXI-Caso Colombiano


Por: Camilo Arteaga

En este art铆culo investigativo se har谩 especial 茅nfasis en la problem谩tica de la muy dudosa lucha antidrogas implementada desde hace varias d茅cadas por las administraciones estadounidenses y que es, a todas luces, un estruendoso fracaso.  Dentro de ella, se dar谩 una mirada m谩s profunda sobre el pa铆s que lidera las estad铆sticas de producci贸n y exportaci贸n regional y mundial de sustancias psicotr贸picas, espec铆ficamente del clorhidrato de coca铆na: Colombia, la cual, por su privilegiada posici贸n geogr谩fica, es vista y usada por los Estados Unidos como eje estructurador de sus acciones militares y de vigilancia hacia todo el bloque continental americano, y en ese sentido, no puede comprenderse la geopol铆tica imperial en latinoam茅rica sin comprender el papel de los gobiernos colombianos, especialmente los de los 煤ltimas dos d茅cadas en cabeza de 脕lvaro Uribe V茅lez y/o sus comisionados.

COLOMBIA, GENOCIDAS, DROGAS E INTERVENCIONISMO ESTADOUNIDENSE

«Ese maquillaje ya no enga帽a a nadie», refiere uno de los autores en las primeras l铆neas de la obra «GEOPOL脥TICA IMPERIAL, Intervenciones estadounidenses en Nuestra Am茅rica en el siglo XXI«, al abordar un nuevo evento que amenaza la paz y la estabilidad regional: El desembarco de nuevas tropas estadounidenses en territorio colombiano, la llamada Brigada de Asistencia de Fuerzas de Seguridad (SFAB), supuestamente para luchar contra las drogas y lograr una paz estable en la regi贸n. L贸gicamente que la excusa de la lucha antidrogas ya no enga帽a a nadie. El tiempo ha sido el mejor juez. Son profusos los hechos y los datos que muestran lo contrario.  

Veamos.

Desde que Reagan implement贸 la lucha contra las drogas bajo la doctrina prohibicionista y la persecuci贸n a los actores envueltos en ese multimillonario negocio, las curvas de producci贸n, comercializaci贸n y consumo permanecen en continuo ascenso, rozando topes nunca antes vistos que suponen un perjuicio a gran escala en la salud de buena parte de la poblaci贸n estadounidense y un deterioro generalizado del tejido social, ya no solo en ese pa铆s sino en una parte considerable de Europa, 脕frica, Latinoam茅rica y sectores del lejano Oriente, donde este fen贸meno avanza a ritmos galopantes.  Sin embargo, el papel de la gran potencia en este fen贸meno parece err谩tico cuando no c贸mplice, pues en las d茅cadas de los veinte y treinta esa sociedad palp贸 en carne propia la absurda postura del prohibicionismo que desencaden贸 una de las peores violencias y destrucciones sociales que haya conocido ese pa铆s, y ahora, desestimando esa experiencia, se empe帽an en seguir implement谩ndola. No puede ser torpeza en un pa铆s informado, con uno de los mejores sistemas educativos globales, que r谩pidamente corrige errores. Por tanto, y como muchos investigadores aseguran y los hechos lo evidencian, son los poderes econ贸micos legales e ilegales, f谩cticos y estatales estadounidenses los que tambi茅n, y en mayor medida, se lucran del mega negocio de las drogas psicotr贸picas. 

Siendo EEUU el mayor consumidor de coca铆na del mundo y Colombia el mayor productor, no resulta descabellado que entre estos dos factores se entrelacen las fibras de la codicia que deriven en la capitalizaci贸n de un producto il铆cito pero de demanda efectiva, y de un supuesto orden moral y legal como las leyes de la prohibici贸n.  No en vano existen documentados informes sobre las implicaciones de agencias antidrogas, como la CIA y la DEA, en operaciones de tr谩fico y distribuci贸n de narc贸ticos en suelo norteamericano y en otros lugares del mundo, como los bien conocidos casos de las operaciones de contrabando de opio de la CIA y del Kuomintang en el “Tri谩ngulo de Oro” (Laos, Tailandia y Birmania) o desde hace unos a帽os en Afganist谩n, donde el an谩lisis de expertos se decanta por el de la hero铆na como pretexto subyacente para la inexplicable continuidad de los Mariners en ese pa铆s, al igual como pas贸 y sigue pasando con la CIA y la DEA en Centro y Suram茅rica, o en el sudeste asi谩tico en las guerras contra fuerzas sovi茅ticas en los noventa, etc. 

Investigadores, analistas y escritores han destapado el papel de los Estados Unidos en la estructura de poder del negocio de las drogas, como el expolic铆a y periodista de investigaci贸n estadounidense Michael Ruppert, en su bolet铆n “From The Wilderness” (“Desde El Desierto”), donde expon铆a la complicidad de las autoridades de ese pa铆s en este muy rentable negocio en los a帽os noventa; o las denuncias de investigadores sobre el aeropuerto de Mena (Arkansas) seg煤n las cuales ese punto se hab铆a convertido en un centro de operaciones de llegada y distribuci贸n de narc贸ticos con ayuda de las autoridades gringas y hasta de reconocidos pol铆ticos como George Bush y su hijo George W., Bill Clinton, Jef Bush (quien ser谩 gobernador de Florida), o el fiscal Saline Dan Harmon, quien fue condenado en 1997 por cargos relacionado con drogas y el crimen organizado. El periodista de investigaci贸n estadounidense Gary Stephen Webb, premiado con el Pulitzer, public贸 su libro Dark Alliance (Alianza Oscura). En 茅l, Webb denunciaba el blindaje que les hab铆a dado el presidente Reagan a los narcotraficantes, especialmente a los que financiaban a los Contras en Nicaragua.  Sus investigaciones acapararon fuertemente la atenci贸n de la sociedad norteamericana ya que involucraban a los m谩s altos funcionarios de la Casa Blanca. Public贸 los v铆nculos entre el exagente de la CIA Luis Posada Carriles y el gobierno estadounidense. Carriles fue acusado de terrorismo y narcotr谩fico en Cuba y Venezuela, al ser participe del negocio del narcotrafico cuando fung铆a como agente de la CIA y por la voladura del avi贸n de Cubana de Aviaci贸n en 1976, donde murieron 73 personas, en su mayor铆a cubanas. Webb continu贸 denunciando la corrupci贸n de su pa铆s. En 2004 fue hallado sin vida en su apartamento con dos disparos en su cabeza. La serie de reportajes que public贸 Webb inspir贸 la pel铆cula “Matar al mensajero”. 

Sonados esc谩ndalos ponen de manifiesto la relaci贸n de los organismos estatales estadounidenses en el negocio de la droga, como el de Hedayat Eslamina, un exagente de la CIA iran铆 que en asociaci贸n con esa agencia percib铆a ganancias del tr谩fico de drogas, asesinado en 1988 por su propio hijo luego de secuestrarlo para cobrar recompensa de las ganancias procedentes del negocio, en San Francisco, California. Tambi茅n se sabe que el Cartel de Guadalajara, el m谩s poderoso de M茅xico a inicios de los ochenta, logr贸 crecer gracias a la intervenci贸n de SETCO, una compa帽铆a a茅rea estadounidense que era manejada por la CIA y usada para el transporte de estupefacientes a ese pa铆s, en la que tambi茅n transportaban a los Contra a Nicaragua usando fondos de las cuentas de Oliver North, un teniente coronel (r) de la Marina de los Estados Unidos, funcionario de Ronald Reagan que luego fue despedido “por actuar sin el consentimiento de esa administraci贸n”, y condenado por varios hechos relacionados con la droga y la venta de armas a Ir谩n (El sonado caso Contras-“Irangate”). North fue indultado a cambio de su confesi贸n ante el congreso de ese pa铆s. Toneladas de droga fueron vendidas por la CIA en suelo estadounidense, seg煤n las investigaciones de Webb. Uno de los narcotraficantes involucrados en ese esc谩ndalo fue el nicarag眉ense Oscar Danilo Bland贸n, quien hab铆a sido alto funcionario del gobierno de Anastasio Somoza. La DEA y la CIA lo protegieron y le permitieron seguir traficando a cambio de financiar a movimientos anti-izquierdistas en Centroam茅rica que pudieran generar resistencia a las pol铆ticas estadounidenses que quer铆an controlar geopol铆ticamente a la regi贸n. Otra de las labores que deb铆a realizar el capo a cambio de su impunidad, hecho confesado ante un juez en EEUU, era compartir el dinero de la distribuci贸n de las drogas con las agencias norteamericanas para “combatir el terrorismo global”, ello debido a que ve铆an lentitud en el congreso estadounidense a la hora de aprobar recursos para intervenir militar o pol铆ticamente en otros pa铆ses (generar guerras, suministrar armas y dinero, desestabilizar pa铆ses, etc.). En varias ocasiones el fallecido Hugo Ch谩vez asegur贸 que Uribe habr铆a negociado su impunidad y la protecci贸n de sus actividades, incluida la desaparici贸n de investigaciones y sus respectivos archivos.  “El presidente de Colombia est谩 tan metido en camisa de once varas que entreg贸 a Colombia a cambio del perd贸n.  Es el precio que le pusieron los yankees”, dijo en otra oportunidad.  Cre铆ble o no, lo mencionado por Ch谩vez no mereci贸 la menor nota en medios colombianos. Sin embargo, al d铆a de hoy se han cumplido, entre otros, cuatro de sus se帽alamientos:

—Se permiti贸 el establecimiento de bases militares que garantizaran control geopol铆tico de la regi贸n y un probable acceso militar a Venezuela, que son, y esto no es secreto para nadie, para asumir el control del petr贸leo, el colt谩n y otros elementos de alt铆sima importancia econ贸mica para EEUU. 

—Se firm贸 el TLC Colombia-USA que abri贸 todo tipo de fronteras a las empresas e intereses norteamericanos, causando la debacle del campo colombiano y por consiguiente, un desmedro en la soberan铆a alimentaria. 

—Se eliminaron las barreras ambientales para permitir a empresas norteamericanas o sus aliados la obtenci贸n de recursos de todo tipo. 

—Pusieron en marcha acciones para facilitar una estrategia pol铆tica que garantizara la protecci贸n de intereses norteamericanos en Colombia y la regi贸n. 

Las relaciones entre la CIA, el cartel de Medell铆n y el cartel de Guadalajara quedaron develadas con las declaraciones de Ernest Jacobsen, agente de la DEA. Barry Seal, el famoso piloto de narcos como el Clan Ochoa o Pablo Escobar, e informante de la DEA, tambi茅n implic贸 a los organismos antidrogas norteamericanos en el negocio de entrada de estupefacientes a ese pa铆s. Seal fue acribillado con r谩fagas de una Ingram Mac-10, en Baton Rouge, Lousiana. “El patr贸n tuvo amigos dentro de la DEA”, dijo el desaparecido Jhon Jairo Vel谩squez, alias Popeye, en entrevista para Univisi贸n.  A Jorge Luis Ochoa V谩squez, pariente del expresidente Uribe, se le atribuye la pioner铆a del negocio en Colombia. El mayor del Clan narcotraficante tambi茅n estuvo involucrado en el “CocaGate”, luego de unas acusaciones del entonces senador John Kerry, quien, seg煤n un informante suyo, la CIA estaba enviando ilegalmente aviones con armamento a los “Contras” nicarag眉enses y que estos a su regreso transportaban coca铆na enviada por Ochoa. Esta acusaci贸n est谩 m谩s documentada que la conexi贸n sandinista. Fue denunciada por la cadena de televisi贸n ABC y lleg贸 al congreso de los Estados Unidos. Ochoa se movilizaba por carreteras colombianas en un fastuoso Porsche, propiedad de un agregado diplom谩tico hondure帽o. Hubo un gran alboroto por eso.

No es nada nuevo el saber que la CIA y la DEA participaron en la cacer铆a a Pablo Escobar apoyando a los PEPES. De eso hay rimeros de evidencias. Por citar solo dos: “Particip茅 en una reuni贸n con miembros de la fuerza p煤blica y ‘Los Tangueros’ (del clan Casta帽o Gil). 脡ramos especiales en inteligencia militar. Estaban funcionarios de la Polic铆a, del DAS y seis miembros de la DEA y la CIA de Estados Unidos con quienes se compart铆a mucha informaci贸n sobre los lugares que frecuentaba Pablo y sus bienes … La orden era llevarlo a una situaci贸n de aislamiento”, dijo el exparamilitar Jos茅 Antonio Hern谩ndez, alias “Jhon”. Testimonios de esa clase se oyen por todos lados, y muestran las alianzas entre esas agencias y los PEPES, que ya eran cuajados narco-paramilitares, pero luego, tras la muerte de Pablo Escobar, controlar谩n el negocio del narcotr谩fico y se volver谩n ese monstruo que llegaron a ser. ¿A cambio de qu茅 se aliaron los PEPES y los norteamericanos? Seg煤n lo dicho por “Popeye”, fue a cambio de que la CIA y la DEA dieran el visto bueno para la siembra de matas de coca en suelo colombiano, pues antes se tra铆a la hoja desde Per煤 y Bolivia, y tambi茅n para traficar sin inconvenientes: “Carlos re煤ne a todas las autodefensas de Colombia y funda las AUC, ya se vuelve una confederaci贸n de paramilitares, y en complicidad con la CIA y con la DEA, les dan poder a ellos pa’ que copen territorio en Colombia, ten铆an cincuenta mil hombres, y hacen una jugada maestra, … ellos mandan por las semillas de la mata de coca y siembran a Colombia de matas de coca, en complicidad con la CIA y la DEA  y el gobierno de Colombia”.  “El hombre de la CIA en Latinoam茅rica, en Colombia, era Carlos Casta帽o, demasiado poderoso, conectaba con la CIA, con la DEA a muy alto nivel”.  “脡l (Casta帽o) pod铆a con la sangre porque 茅l ten铆a entrenamiento militar de los israelitas y de la CIA”.  “Despu茅s de que muere El Patr贸n, (el narcotr谩fico) se vuelve una macroempresa, todo en complicidad con la CIA, la DEA y el gobierno colombiano”. “La CIA y la DEA, que operaban con Carlos Casta帽o Gil, autorizan a Carlos Casta帽o Gil de que tome territorio en Colombia, porque los Casta帽o le venden un cuento a la CIA, a la DEA y al gobierno colombiano de que ellos van a acabar con las FARC”.  “Los hermanos Casta帽o Gil, en complicidad con la CIA y con la DEA, enviaron coca铆na al mundo”.   Asegura que el estado colombiano los financi贸, protegi贸 y ayud贸 a que tuvieran armas (fusiles israel铆es 7.62).

Lo dicho por Popeye es corroborado por investigadores como Michel Bowden. En su libro “Matando a Pablo”, sugiri贸 conexiones entre la CIA y la DEA con el grupo criminal que combati贸 a Pablo Escobar Gaviria en 1993. Tambi茅n en 1994, en el libro, “¿A qui茅n beneficia la coca铆na?”, dos periodistas franceses sostuvieron que la agencia CIA hab铆a ayudado a crear el grupo Muerte A Secuestradores (MAS). Incluso llegaron a decir que les ense帽贸 a los carteles a hacer terrorismo. Posteriormente, diversos documentales sobre Pablo Escobar mencionan el tema como una posibilidad alta. “No se puede ignorar que los hermanos Fidel y Carlos Casta帽o, inmediatamente despu茅s de que ayudaron a matar a Escobar Gaviria, dejaron Los Pepes y se convirtieron oficialmente en grupo de autodefensas”. Seg煤n el Instituto de Estudios Pol铆ticos de Estados Unidos (IPS), “todo indica que el apoyo de la CIA o de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos a los grupos paramilitares, fue la herramienta que les permiti贸 consolidarse de una forma que no hab铆a sido posible antes. De comprobarse esto jur铆dicamente, Estados Unidos tendr铆a que asumir ante Colombia una nueva responsabilidad”.  Durante casi un a帽o de operaciones, ninguno de los cabecillas de Los PEPES fue arrestado, aunque el gobierno ofrec铆a una jugosa recompensa a quien diera informaci贸n sobre ellos. Al menos en una ocasi贸n el entonces fiscal de Colombia, Gustavo De Greiff, expres贸 su extra帽eza por la impunidad con que operaba el grupo de mercenarios.  Greiff dijo alguna vez: “O se le quita el mercado a los narcos para que no tengan a quien vender, o se les da帽a el negocio legalizando el comercio de droga”.

La revista Semana revel贸 unos documentos desclasificados en Washington que evidenciaron la relaci贸n entre la CIA y los nacientes grupos paramilitares de Colombia.  Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don Berna, narra en su libro c贸mo los PEPES se reun铆an con la CIA y la DEA, agregando que con qui茅nes se la llevaban mejor era con los de la DEA.  Chris Feistl, un agente veterano de la DEA que trabaj贸 en Colombia por m谩s de cinco a帽os, concuerda con dicho testimonio: «(Don Berna) era uno de los enlaces principales, por no decir menos, entre los PEPES, la Polic铆a y la DEA para proporcionar informaci贸n”.  El propio expresidente C茅sar Gaviria Trujillo admiti贸 alguna vez que se aliaron con los PEPES para cazar a Escobar. Luego de la muerte del capo en un techo de una casa en Medell铆n, los narcoparamilitares se expandieron por todo el pa铆s, y para ello era indispensable tener como gran aliado al estado y al gobierno; y el estado y el gobierno —o los gobiernos colombianos— pr谩cticamente obedecen los mandatos de Washington. Por tanto, se podr铆a concluir que los Estados Unidos son responsables, en mayor o menor medida, del fen贸meno del paramilitarismo en Colombia en su etapa m谩s brutal. Y el estado colombiano, ni se diga. Las sentencias de la justicia nacional y extranjera lo ratifican, una y otra vez. ¿La persecuci贸n y muerte de Escobar no era para acabar con el narcotr谩fico, como repitieron mil veces las autoridades nacionales y norteamericanas, sino el primer paso para recomponer, potencializar y monopolizar el negocio en manos de los paramilitares y sus asociados? Los hechos hablan por s铆 solos. ¿A los estadounidenses les conven铆a robustecer los paramilitares por medio del tr谩fico de drogas? Si se tiene en cuenta que acabar con la guerrilla era un objetivo compartido entre EEUU, el gobierno colombiano y los paramilitares, tiene l贸gica. No es coincidencia que en Montecasino —la mansi贸n de los Casta帽o en Medell铆n— se hayan fundado las AUC, lugar frecuentado por la DEA, la CIA, el cartel de Cali, el de Medell铆n, generales de la polic铆a, el ej茅rcito, pol铆ticos, industriales, etc., seg煤n lo afirmado por Popeye. Desde Montecasino se plane贸 y se orden贸 la muerte de cientos de miles de personas, entre ellas, de importantes l铆deres pol铆ticos, especialmente de la izquierda colombiana (genocidio UP, principalmente). Es la cuna del narco-paramilitarismo genocida. 

Henry de Jes煤s L贸pez Londo帽o Alias “Mi Sangre”, un narcotraficante y paramilitar colombiano que hizo parte de las AUC, de La Oficina de Envigado y luego de “Los Urabe帽os”, trabajaba para la DEA infiltr谩ndose en organizaciones de lavado de dinero y en campa帽as pol铆ticas como la de Juan Manuel Santos: “Si los yanquis quieren que Chucky (Santos) sea presidente es porque puede garantizar la continuidad de las pol铆ticas de Uribe y no hay nada ni nadie que pueda impedirlo», le dijo a L贸pez Londo帽o un viejo amigo del partido Liberal. “Mi Sangre” tambi茅n hizo infiltraciones en Argentina y Venezuela. Durante el segundo semestre de 2009, traslad贸 parte de sus operaciones a la franja costera sobre el mar Caribe, donde operaban varias c茅lulas de una organizaci贸n paramilitar insurgente que preocupaba a las autoridades por su ferocidad. L贸pez Londo帽o report贸 varias de sus actividades y contactos, desde su condici贸n de informante secreto de las agencias federales estadounidenses, entre las que se involucraba al presidente Uribe. En diciembre de 2009 Uribe declar贸 p煤blicamente a L贸pez Londo帽o culpable de los delitos de extorsi贸n y conformaci贸n de esta banda criminal y reclam贸 p煤blicamente su captura. Esa orden gener贸 un cortocircuito entre los agentes de la DEA que operaban en Colombia y los de la ICE (Servicio de Control de Inmigraci贸n y Aduanas de EEUU), que sab铆an del trabajo de su doble agente. A pedido de ICE en mayo de 2011, «Mi Sangre» se traslad贸 a Venezuela. Toda la informaci贸n detallada en las notas period铆sticas se desprende del an谩lisis de decenas de intercambios de mails y mensajes de texto entre L贸pez Londo帽o (o sus abogados) y, al menos, cinco funcionarios de diferentes agencias y dependencias p煤blicas del gobierno norteamericano, fechados entre 2008 y 2015, entre ellos Roberto Luna (del Departamento del Tesoro), Stephen Monks y Franck Burrola (agentes especiales de ICE), Jorge Rodr铆guez y Alex Navarro (agentes de la DEA en Bogot谩) y Sergio Adame (alias «Pie Grande», supervisor de ambas agencias). Incluso, estando preso en el penal de Ezeiza, L贸pez Londo帽o recibi贸 en febrero de 2015 la visita del fiscal norteamericano Michael Nadler, acompa帽ado por agentes de la DEA, quien lo interrog贸 sobre los diferentes «objetivos» a los que debi贸 infiltrar en la Argentina. «Mi Sangre» trabaj贸 para la Homeland Security International (HSI-ICE), una de las agencias del Departamento de Seguridad Nacional creada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El nombre codificado que le dieron los estadounidenses era “Assis”. Lo que demuestran estas revelaciones es la compleja convivencia entre las agencias de seguridad nacional de Estados Unidos y el narcotr谩fico internacional, un matrimonio que, sin dudas, sirve para financiar operaciones encubiertas y de guerra sucia a escala regional y global.  Y confirma que, despu茅s de todo, tanto la CIA como la DEA son, por lo menos, controladores de los grandes carteles de drogas y del terrorismo global. A Miguel F茅lix Gallardo, “El Padrino”, capo mexicano de inicios de los ochenta, la DEA y la CIA no lo tocaban porque les colabora con armas para los contras. Vicente Zambada, el hijo del capo del cartel de Sinaloa, Ismael “El Mayo Zambada”, luego de su detenci贸n afirm贸 a sus abogados que 茅l y otros miembros superiores del c谩rtel de Sinaloa hab铆an recibido inmunidad por parte de agentes de los Estados Unidos y una licencia virtual para el contrabando de coca铆na a trav茅s de la frontera, a cambio de la informaci贸n de inteligencia sobre los c谩rteles rivales que participan en la guerra contra el narcotr谩fico en M茅xico. En Panam谩 hubo complacencia de parte de los norteamericanos con el tr谩fico de drogas efectuado por el general Noriega por el apoyo dado a los Contras y otras misiones que le fueron encomendadas, claro est谩, antes que se le revelara al gobierno estadounidense. Lo mismo ha sucedido en Venezuela bajo el benepl谩cito de la DEA y la CIA: Ram贸n Guill茅n D谩vila, el general venezolano, jefe de la unidad antidrogas de la Guardia Nacional en los a帽os ochenta y que trabaj贸 estrechamente con esas agencias en “operaciones antidrogas”, sacaba toneladas de coca铆na que saciaban millones de ansiosas narices gringas. 

En mayo de 2020 fueron capturados en La Guaira, Venezuela, a pocos kil贸metros de la capital venezolana, un grupo de cerca de cuarenta hombres fuertemente armados que ten铆an la misi贸n de asesinar al presidente de ese pa铆s, Nicolas Maduro Moros, seg煤n la propia confesi贸n del grupo de mercenarios, conformado por paramilitares colombianos y soldados estadounidenses. Otros ocho mercenarios fueron abatidos por las autoridades venezolanas. Se comprob贸 que la DEA estuvo directamente involucrada en esta operaci贸n con fines magnicidas denominada GEDE脫N, a trav茅s de Jos茅 Alberto Socorro Hern谩ndez, alias Pepero, un narcotraficante colombiano a quien esa agencia pag贸 por sus servicios, seg煤n confesiones del propio narco. Elkin Javier L贸pez Rueda, alias La Silla o Doble Rueda, un narco-paramilitar perteneciente a Los Rastrojos, tambi茅n particip贸 en dicha operaci贸n a pesar de que en diciembre de 2019 hab铆a sido capturado con fines de extradici贸n. Seg煤n lo dicho por los aprehendidos, Doble Rueda fue quien en enero de 2020 los recibi贸 personalmente en Barranquilla y Riohacha y los hosped贸 en sus fincas en la alta Guajira. Este personaje tiene nexos con la tenebrosa banda Los Pachencas, cuyos v铆nculos con sectores del Ej茅rcito colombiano han sido denunciados.  ¿C贸mo es posible que despu茅s de su captura y bajo un pedido de extradici贸n, este peligroso delincuente hubiese andado libremente como Pedro por su casa en distintas regiones de la costa Atl谩ntica y adem谩s haya sido un pi帽贸n fundamental en este plan? ¿Su libertad y la licencia para seguir traficando, era el pago que los gobiernos norteamericano y colombiano le brindaban a cambio de matar a Maduro? 

El reconocido asesor medi谩tico-pol铆tico JJ Rend贸n y el diputado Juan Guaid贸, quien a inicios de 2019 se proclam贸 presidente interino de Venezuela, tambi茅n estuvieron involucrados en la confabulaci贸n internacional para asesinar al gobernante chavista. El mismo Rend贸n lo acept贸 en el canal CNN. Guaid贸 est谩 fuertemente apoyado por el gobierno de Iv谩n Duque, utilizaba el avi贸n presidencial colombiano para sus desplazamientos y ha sido recibido en varias oportunidades en el Palacio de Nari帽o con los honores militares y la parafernalia para un jefe de Estado, a煤n despu茅s de que se descubriera sus v铆nculos con el mismo grupo paramilitar (Los Rastrojos). JJ Rend贸n ha sido asesor pol铆tico y publicitario de 脕lvaro Uribe V茅lez, as铆 como de otras figuras p煤blicas nacionales. 

Colombia es la cabeza del Grupo de Lima, una asociaci贸n de pa铆ses latinoamericanos que presionan por la salida de Maduro del poder. Los mercenarios se entrenaron en suelo colombiano fronterizo con Venezuela (en fincas de alias Doble Rueda, adyacentes a estaciones de polic铆a y a bases estadounidenses) con la anuencia de las autoridades colombianas, y partieron desde all铆 hacia territorio venezolano.  Aseguraron que la operaci贸n GEDE脫N estaba respaldada totalmente por el gobierno nacional. ¿Otro mandato de los norteamericanos al gobierno de Duque-Uribe? 

En agosto de 2018 dos drones cargados con C4 y metralla explotaron a pocos metros de la tarima donde Maduro ofrec铆a un discurso en medio de una ceremonia militar. Ministros y la c煤pula de las fuerzas armadas estaban a su lado. Siete oficiales sufrieron lesiones graves. Los implicados en ese atentado admitieron que se hab铆an entrenado en fincas en Chin谩cota, Norte de Santander, y que hubo participaci贸n de EEUU.  El periodista y presentador Jaime Bayli, quien es un declarado admirador de los gobiernos de derecha y extrema derecha en Am茅rica Latina, confirm贸 que conoc铆a el plan y lament贸 que Maduro no hubiera muerto. 

Una noticia de mayo de 2005, deliberadamente opacada por la gran prensa colombiana, prueba que, incluso, la participaci贸n de las fuerzas militares gringas en el negocio de la droga y las armas en conjunto con las autoridades locales y con grupos paramilitares, ha sido directa:  Varios miembros del Ej茅rcito de Estados Unidos y grupos paramilitares se unieron para traficar droga y desarrollar actividades de venta ilegal de armas durante el gobierno del expresidente 脕lvaro Uribe V茅lez. En mayo de 2005, el general Bantz Craddock, jefe del Comando Sur, revel贸 durante una visita a la base militar del Sumapaz, que varios miembros del Ej茅rcito estadounidense estaban siendo investigados por apoyar activamente a grupos paramilitares (organizaciones terroristas). Esta revelaci贸n se hizo p煤blicamente, pero no se vio las grandes plataformas de noticias locales. En el v铆deo, registrado por el diario extranjero “SunSentinel”, a cargo de un reportero de New York Times, el General Craddock confiesa que los hallazgos eran tan graves que se hac铆a necesario revisar todos los procesos y los est谩ndares de seguridad en la cooperaci贸n militar con Colombia. Exist铆a un peligroso c贸nclave entre paramilitares, fuerzas leg铆timas del estado colombiano y el Ej茅rcito de ese pa铆s. El caso involucraba a los militares norteamericanos Allan Tanquary (suboficial) y a Jes煤s Hern谩ndez (sargento), quienes fueron capturados el 3 de mayo de 2005 en un lujoso condominio cerca de una base militar al suroeste de Bogot谩, por haber vendido cuarenta mil cajas de municiones a escuadrones del paramilitarismo. As铆 mismo, se descubri贸 que en marzo de ese a帽o, cinco militares estadounidenses fueron detenidos acusados de tr谩fico de coca铆na desde Colombia a los Estados Unidos a bordo de aviones militares. Parad贸jicamente, estos militares yankees eran instructores antinarc贸ticos. La droga hab铆a salido de Apiay, Meta —una de las siete bases norteamericanas asentadas en suelo colombiano—, y fue incautada en la terminal a茅rea de Miami. La identidad de los militares no fue suministrada. El Teniente Coronel Eduardo Villavicencio, portavoz del Comando Sur; y el Ministerio de Defensa colombiano, en cabeza de Jorge Uribe Echavarr铆a, se negaron a divulgar el sitio donde est谩n recluidos los militares. Solo se dijo:

“Est谩n en territorio estadounidense”. “El Departamento de Defensa y otras agencias federales, en estrecha colaboraci贸n con el gobierno colombiano, est谩n investigando estos cargos tanto en Estados Unidos como en Colombia. La investigaci贸n est谩 en curso. En este momento no se dar谩 a conocer m谩s informaci贸n para proteger la integridad de la investigaci贸n»,

puntualiza el escueto comunicado.  

 Hern谩ndez y Tanquiary se encontraban entre los centenares de militares estadounidenses y contratistas civiles a los que el gobierno del expresidente Uribe hab铆a permitido su ingreso a Colombia, con el pretexto de luchar contra el tr谩fico de estupefacientes y el crimen organizado. Un aspecto particularmente grave es que, seg煤n ese diario extranjero, la Procuradur铆a de la 茅poca busc贸 detener a estos militares estadounidenses, pero el expresidente 脕lvaro Uribe evit贸 que fueran arrestados bajo la excusa de estar investidos de inmunidad dentro del territorio colombiano. ¿La inmunidad o la impunidad que 茅l les ha concedido?  

Esta no es la primera vez que funcionarios estadounidenses en servicio en Colombia aparecen involucrados en tr谩fico de coca铆na: En 1999, Laurie Hiett, esposa del coronel James Hiett — agente antinarc贸ticos estadounidense para Colombia—, fue capturada en su pa铆s por haber hecho seis env铆os de coca铆na a trav茅s de la valija diplom谩tica. Por estos hechos, la justicia de EEUU conden贸 a la mujer a cinco a帽os de prisi贸n. Su esposo recibi贸 una pena de cinco meses por complicidad. La embajada mantuvo en secreto este hecho durante alg煤n tiempo, hasta que las investigaciones de la prensa lo destaparon. El caso fue bautizado como “La doble moral gringa”. Jorge Ayala Bar贸n, conductor del oficial, fue sentenciado a noventa y seis de prisi贸n por un Juzgado Especializado de Bogot谩. Dos a帽os despu茅s, en mayo del 2001, la Polic铆a colombiana encontr贸 rastros de hero铆na en un paquete que conten铆a dos frascos de una sustancia viscosa. El paquete hab铆a sido enviado por un funcionario de Dyncorp a la sede matriz de la compa帽铆a en Florida. Dyncorp era la empresa contratada por el gobierno de Estados Unidos para realizar fumigaciones dentro del Plan Colombia. 

Los casos donde siguen inmersos los estadounidenses son inenarrables por su explayada cantidad, y las preguntas m谩s obvias y elementales recalan pertinaces en la cabeza de cualquiera: ¿Por qu茅, siendo el pa铆s que tiene a su alcance la m谩s sofisticada tecnolog铆a del mundo, la droga sigue inundando las calles de sus metr贸polis? El escritor mexicano Jes煤s Esquivel ha escrito libros ampliamente documentados sobre este fen贸meno, como lo son “La DEA en M茅xico”, en el que demuestra la intervenci贸n de esa agencia y del estado mexicano en el negocio; o “La CIA, Camarena y Caro Quintero”, en el que recoge las confesiones de los implicados estadounidenses y mexicanos en el negocio en la d茅cada del ochenta, as铆 como el asesinato del agente de la DEA Kiki Macarena, a quien la propia CIA habr铆a asesinado; o “Los Narcos Gringos”, donde explica c贸mo operan los narcos de ese pa铆s y c贸mo el sector financiero estadounidense se lucra con el mercado de las drogas: “En Estados Unidos, si de verdad quisiera el gobierno federal de ese pa铆s combatir el trasiego y venta de drogas, primero tendr铆a que empezar con el sector financiero (pues) est谩 permitido hacer transferencias internacionales, sin investigaci贸n, de diez mil d贸lares como m谩ximo. Los narcos mexicanos a trav茅s de sus colegas estadounidenses, contratan a un ej茅rcito de personas para hacer transferencias bancarias a M茅xico, todos los d铆as a todas horas, sin llegar al tope de los diez mil d贸lares”. Ha expuesto tambi茅n que “el Departamento del Tesoro se niega a modificar ese tipo de regulaciones de transferencias de dinero hacia M茅xico y Am茅rica Latina, porque est谩n los grandes bancos ganando dinero a trav茅s de esos movimientos, y que “tambi茅n hay dinero en Estados Unidos del narcotr谩fico que se lava en ese pa铆s, casas que se compran, autos que se venden, dinero que se mete al banco como ahorros”. 

Analistas pol铆ticos como el lituano Daniel Estulin, quien trabaj贸 en contraespionaje para la FSB rusa, en su especial “El Gobierno de EEUU mueve m谩s droga que los narcos latinoamericanos”, evidencian el manejo que ese pa铆s le da al multimillonario negocio las drogas alrededor del mundo, el cual mueve m谩s de seiscientos cincuenta mil millones de d贸lares al a帽o, seg煤n fuentes de la ONU, uno de los tres m谩s rentables junto al petr贸leo y la venta de armas, en los que ese pa铆s tambi茅n va a la punta. 

Robert Mazur, uno de los cientos de agentes encubiertos y autor del libro “The Infiltrator” (llevado al cine por Hollywood), explica c贸mo el sector bancario estadounidense y de otros pa铆ses participaba (o participa) —en los a帽os ochenta y noventa— en operaciones de blanqueo de dinero derivado de las actividades del comercio de drogas. “Ser铆a muy ingenuo pensar que solo en Colombia hay mafias, las tenemos aqu铆 en los Estados Unidos, no es propio de una nacionalidad en concreto”, … “El mayor blanqueador de dinero es su banco, la Reserva Federal (estadounidense)” asegura que le cont贸 un banquero del banco ICC y que luego procedi贸 a explicarle las operaciones de blanqueo que la Reserva Federal efectuaba, … “Mi teor铆a es que se sab铆a lo que estaba pasando, … Ser铆a una verg眉enza que no tuvieran a nadie capaz de averiguarlo, yo creo que s铆 lo ten铆an”, asegura en una entrevista con el periodista espa帽ol Bricio Segovia.  El compa帽ero de Mazur, Emir Abreu, citado en su libro, convalida las investigaciones de Mazur: “Si no fuera por las grandes corporaciones que act煤an como blanqueadores de dinero los carteles no ser铆an nada, y son peores delincuentes que incluso Pablo Escobar porque al menos los narcotraficantes no se esconden bajo una mentira”. 

La periodista mexicana Anabel Hern谩ndez Garc铆a es autora de varias investigaciones y libros sobre el narcotr谩fico. Es un referente en ese tema. En su libro “El Traidor”, cuenta las historias m谩s secretas del cartel de Sinaloa y c贸mo conoci贸 los “contratos” de cooperaci贸n entre narcos y agencias norteamericanas a cambio de la protecci贸n comercial y legal de sus asociados. Es decir, una metodolog铆a muy similar a la descrita por Webb en los a帽os noventa. En una entrevista con la cadena RT, califica a los grandes capos como creaciones de los gobiernos para encubrir a los verdaderos due帽os del negocio. Asegura que EEUU hace parte de estas operaciones y confirma las relaciones de la DEA y la CIA en ellas, as铆 como las existentes entre los capos y los gobiernos de Colombia, M茅xico y Estados Unidos. Habla del blanqueo de capitales, sobre todo a trav茅s de la banca internacional. “El Mayo Zambada no es un producto made in M茅xico, el Mayo Zambada es un producto made in USA”, apunta, con indiscutible seguridad y firme tono de voz en una entrevista. 

Virginia Vallejo, expresentadora de tv y examante de Pablo Escobar, cuenta que luego de lanzar su libro y de que en uno de los pasajes plasm贸 las supuestas buenas relaciones de Uribe con el capo, solicit贸 a la DEA la prueba del pol铆grafo en vivo para televisi贸n, pero que esa entidad se neg贸 porque “eso era para chicos malos”. Les pidi贸 de todas las formas, pero no accedieron. ¿Por qu茅 la extra帽a y escurridiza actitud de la DEA frente a tan grave denuncia sobre el tema al que precisamente se dedica esa entidad? 

El propio hijo del desaparecido Pablo Escobar admite la relaci贸n directa de EEUU con los negociantes de drogas extranjeros y de ese propio pa铆s. En una entrevista con la conductora argentina Natalia Denegri, describe el esquema vertical del negocio del narcotr谩fico entre Estados Unidos y Colombia, que atraviesa mares o suelos centroamericanos con la permisividad paga de agentes de la DEA: … “En mi 煤ltimo libro … hice una investigaci贸n y revelo una ruta que mi padre ten铆a de narcotr谩fico entre el aeropuerto internacional de Medell铆n y el de Miami, donde se enviaban ochocientos kilos de coca铆na por semana durante tres a帽os de manera ininterrumpida, utilizando aerol铆neas comerciales y mulas, pero no aquellas que inger铆an la droga, sino que estaba tan corrupta el sistema, pero tan putrefacto, que todas las personas involucradas en la cadena de control, desde Medell铆n hasta Estados Unidos, hasta el 煤ltimo eslab贸n, estaban comprados. Entonces, aquellos que viajaban no necesitan llevar ni pasaporte ni documentos ni ninguna visa, ni nada pues, porque estaba todo tan corrupto, que era subirse al avi贸n con la droga casi a la vista, no hab铆a ni dobles fondos ni nada. Estaba todo comprado, era como tener una autopista que comunicaba a los pa铆ses”. Revela adem谩s cu谩nto cobraban los oficiales de la DEA (3.500 d贸lares por kilo) y la suma que esas operaciones les dejaron a los funcionarios de esa entidad (m谩s de cuatrocientos millones de d贸lares). Denomina “Carteles Fantasma” a las operaciones de compra y distribuci贸n de la droga en suelo estadounidense: … “Parece que solo existe el fen贸meno de los carteles del muro para abajo … de M茅xico sabemos qui茅nes son todos los jefes de los carteles, de Colombia, de Panam谩 de todos los pa铆ses latinoamericanos sabemos nombres y apellidos de todos los jefes, pero en Estados Unidos nunca sabemos qui茅n maneja Miami, qui茅n maneja Los 脕ngeles, New York, Chicago. … La verdad es que es un juego macabro en el que estamos de rehenes los latinoamericanos, es un juego prohibicionista, … No soy antinorteamericano, … no tengo nada, ninguna animadversi贸n, simplemente digo: Aqu铆 estamos para analizar un contexto social, pol铆tico, de corrupci贸n tambi茅n. Siempre se habla de la corrupci贸n latinoamericana pero no de la corrupci贸n al interior de los Estados Unidos, que es la que m谩s patrocina la violencia y la corrupci贸n en los pa铆ses latinoamericanos. … Este cuento de declarar la guerra a las drogas, hace cien a帽os estamos en 茅l y cada vez estamos peor, el ejemplo es Colombia”. En otra entrevista con la presentadora argentina Mariana Fabbiani, Escobar Jr. dice: … “Este libro no solamente habla de los aliados de mi padre y de la corrupci贸n internacional al m谩s alto nivel, porque aparecen nombres como el de George Bush padre, quien para entonces el jefe de la CIA y despu茅s termina siendo el vicepresidente de la administraci贸n Reagan, cuyo digamos (sic), cuya tarea principal era la lucha contra las drogas en el mundo, f铆jate qu茅 paradoja ¿no?, pero est谩 muy claro que ning煤n narcotraficante en el planeta puede llegar a ostentar semejante poder econ贸mico y militar si es que no hay agencias internacionales, en este caso la CIA o la DEA, aliados con 茅l en alg煤n punto”. Agrega: … “La DEA tambi茅n patrocina much铆simos libros con contenido (sic) con una agenda pol铆tica para destruir determinados gobiernos. Yo no tengo visa norteamericana porque me negu茅 a mentir”. Luego dice, al referirse a una propuesta de los estadounidenses que consist铆a en enlodar a Los Castro, Fujimori y Montesinos con el tr谩fico de drogas: “A cambio de eso me promet铆an cuatro visas y lavarme dinero para llevarnos a Estados Unidos.” … “No tengo visa porque me negu茅 a participar en esos complots”. Y agrega: “Los 煤nicos que salen ganando con esto es quienes compran armas, y ya sabemos qui茅nes venden armas, y los que compran m谩s drogas, y ya sabemos qui茅nes compran m谩s drogas, entonces es una farsa”. … “en mi libro revelo las dos m谩s grandes agencias (CIA y DEA) que est谩n m谩s involucradas en el negocio que cualquier otro”. … “es una farsa, es una hipocres铆a que creo que deber铆amos empezar como sociedad a revisar esas pol铆ticas que han sido supremamente 煤tiles para que los m谩s poderosos puedan hacer bases militares dentro de nuestros pa铆ses bajo la excusa que vamos ahora s铆 a combatir el narcotr谩fico”. La cadena RT tambi茅n entrevista a Escobar Jr., en ella asegura: … “El negocio es que los norteamericanos compran la droga a todos los carteles de M茅xico, de Colombia y de cualquier pa铆s que te puedas imaginar, pero esa droga la quintuplican porque la cortan: el narcotraficante lleva un kilo de alta pureza y el narcotraficante gringo convierte en cinco o hasta ocho kilos con ese mismo kilo, entonces le paga veinte o treinta mil al latinoamericano, pero hace doscientos o trescientos mil con el kilo que se queda, y ese dinero nunca abandona Estados Unidos, … Imag铆nate el mundo despu茅s del once de septiembre c贸mo se incrementaron los controles de manera dram谩tica, hoy nos hacen quitar los zapatos para viajar a cualquier parte ¿y la droga? ¿subi贸 de precio o falt贸 en las calles? No, sigue pasando, es decir que la ven pasar y la dejan pasar.  Entonces yo creo que hay una enorme hipocres铆a que rodea este negocio y que muy c贸modamente tiene llenos de d贸lares a los norteamericanos, y que las usan para sus fiestas y dem谩s, mientras aqu铆 los usan para financiar las masacres”. 

“All谩 se compra, se vende y se mete la mercanc铆a en Nueva York, mientras que aqu铆 se dan bala, yo no s茅 nada, no soy sopl贸n”, dice el estribillo de la canci贸n oficial de El Cartel de los Sapos, una famosa serie televisiva basada en la historia real de un narcotraficante condenado que se volvi贸 delator.  Entonces, cabe preguntarse: ¿Qu茅 tanta responsabilidad recae sobre los EEUU en el negocio de los narc贸ticos y la guerra en Colombia, si son sus d贸lares los que financian el desangre de los colombianos? Una inmensa, por supuesto. ¿Qu茅 pasa con la droga que entra a ese pa铆s? ¿Qui茅n la compra y se lucra con su comercializaci贸n? ¿Se ha visto alguna vez a un capo estadounidense preso? Sobre la mesa donde se ponen estos interrogantes aparecen tambi茅n las respuestas: Para EEUU no es un objetivo sustancial combatir el narcotr谩fico ni a los narcotraficantes, m谩s bien, estas variables tienden a transformarse en los sofismas de distracci贸n perfectos para penetrar y asentarse en territorios que son estrat茅gicos para ese voraz imperio, del que ya pueden observarse los primeros signos de decadencia. ¿Una simulaci贸n internacionalmente sincronizada?  

El documental “The House I Live In” (“La casa en que vivo”) del director Eugene Jarecki y producido por el actor Brad Pitt, ha sido galardonado y bien ponderado por la cr铆tica. En 茅l, periodistas, activistas, polic铆as, testigos y expertos en la tem谩tica dan a conocer la verdadera realidad de la lucha contra las drogas en Estados Unidos. Tambi茅n analiza la corrupci贸n pol铆tica y econ贸mica que ha impulsado a la DEA durante d茅cadas. Seg煤n el documental, desde 1971 esa agencia gast贸 m谩s de un bill贸n de d贸lares y acab贸 con m谩s de cuarenta y cinco millones de arrestos, todos de delincuentes menores, “dealers” de poca monta, ning煤n pez gordo de las mafias estadounidenses; de hecho, es el pa铆s con m谩s presos del mundo (m谩s de dos millones). Pitt calific贸 como “una farsa” esta pol铆tica antidrogas. El informe de la Junta Internacional de Fiscalizaci贸n de Estupefacientes de la ONU muestra que EEUU es el mercado m谩s grande del mundo con m谩s de ciento sesenta toneladas de droga consumidas al a帽o, lo que equivale al treinta y seis por ciento del consumo total del planeta. En 2018 murieron 68.557 personas por sobredosis de estupefacientes, la cifra m谩s alta desde que rige la mal llamada “guerra contra las drogas”. 

“La guerra contra el narcotr谩fico es el primer sustento del narcotr谩fico”, fue la aguda conclusi贸n del investigador Fernando Garavito Pardo, fallecido en el a帽o 2010 en un extra帽o accidente de tr谩nsito en las carreteras de Estados Unidos, a donde hab铆a llegado en 2002 tras la publicaci贸n de su libro en Colombia, “El Se帽or de las Sombras. Una biograf铆a no autorizada de 脕lvaro Uribe V茅lez”, lo que le conllev贸 amenazas contra su vida y la de su familia. En 2005 ofreci贸 una extensa entrevista para el portal de denuncia social y derechos humanos, Radio Nizkor, en la que expuso un an谩lisis con nitidez pedag贸gica sobre el fen贸meno del narcotr谩fico, del que se pueden tomar extractos como: “La administraci贸n en Colombia est谩 sumida en el crimen organizado, no est谩 subsumida por el crimen organizado, es un crimen organizado”, “La guerra contra el narcotr谩fico que organizan en este pa铆s, en los EEUU, y en la cual los narcotraficantes de Colombia que ocupan los distintos puestos de responsabilidad pol铆tica y p煤blica, consumen con el mayor de los entusiasmos esa guerra, esa fumigaci贸n que est谩 destruyendo nuestra naturaleza, ese crimen que est谩 acabando con nuestras comunidades, esa tragedia que est谩 arrasando con nuestros desplazados, esa organizaci贸n econ贸mica que est谩 masacrando a nuestras gentes pobres y a nuestras gentes del com煤n, no a los narcotraficantes, sino a nuestros campesinos, a nuestros labriegos, a nuestro obreros, a nuestros sindicalistas, a nuestros estudiantes, c贸mo esa guerra est谩 pensada —divinamente— como el primer sustento del narcotr谩fico. Y lo he dicho ante grupos que se quedan, en primer t茅rmino, asombrados y con una cara de reacci贸n muy negativa frente a lo que yo afirmo, pero luego de una argumentaci贸n se puede demostrar f谩cilmente que, la guerra contra el narcotr谩fico es el primer sustento del narcotr谩fico, y que el narcotr谩fico es lo que est谩 arrasando a Colombia, y que entre paramilitares, pol铆ticos y narcotraficantes en Colombia, no hay ninguna diferencia”. “Somos unas v铆ctimas propiciatorias de algo que se puede resolver con una voluntad, con una decisi贸n pol铆tica del mundo, pero, efectivamente, no va a haber esa decisi贸n pol铆tica en el mundo” (en alusi贸n a la legalizaci贸n). Garavito, uno de los referentes period铆sticos de Am茅rica Latina, ganador del premio Sim贸n Bol铆var en 2001 por una investigaci贸n sobre el holocausto del Palacio de Justicia, comenta que cuando empez贸 a hacer sus investigaciones sobre Uribe le llamaron resentido y loco, pero luego se dieron que cuenta que lo que advert铆a se iba cumpliendo tal cual lo hab铆a formulado: “Colombia, un pa铆s que todos sabemos en qu茅 manos est谩  y hacia d贸nde se dirige”, finaliz贸.  Son esos dotes prof茅ticos que la naturaleza otorga a las mentes m谩s l煤cidas. 

脕lvaro G贸mez Hurtado, pol铆tico conservador asesinado por las FARC en 1995, dijo lo siguiente sobre el narcotr谩fico, Colombia y los EEUU: “Frente a la pretensi贸n norteamericana de exhibir el pa铆s como un combatiente d茅bil en ese campo, el rechazo debe ser un谩nime. Los Estados Unidos son c贸mplices de los narcotraficantes al empe帽arse en prolongar la prohibici贸n de la droga, que es la base del negocio para ambos. He sabido que la mayor parte de los rendimientos del tr谩fico de los estupefacientes se queda en los Estados Unidos. Si la droga se legalizara y su precio bajara, si dejara de ser uno de los negocios m谩s pr贸speros de nuestro tiempo, sufrir铆an quienes comercian con la droga”. 

El periodista, escritor y cr铆tico pol铆tico Eduardo Galeano (fallecido), dijo en 2004: “La denominada guerra antidrogas es una gran hipocres铆a del imperio, concretamente de EEUU y sus aliados, con el objetivo de militarizar e imponer pol铆ticas contrarias a los pueblos. Son pretextos que ofenden a la inteligencia”.

Y el profesor Noam Chomsky, uno de los grandes intelectuales de los 煤ltimos tiempos, refiri贸: “Estados Unidos es el origen del problema del narco”.


Cierran espacio a dudas las verdades reveladas por investigadores e intelectuales —y hasta por el propio sentido com煤n— sobre la oscura realidad detr谩s de la «lucha contra las drogas», y de igual forma, las que est谩n enmascaradas como prestantes figuras pol铆ticas como las de los dirigentes colombianos, especialmente la de 脕lvaro Uribe V茅lez. ¿Pero por qu茅, con tantas evidencias e inacabables indicios sobre su presunto actuar criminal, el gobierno norteamericano no ha pedido en extradici贸n por narcotr谩fico y otros supuestos delitos trasnacionales? Bueno, si se repasa la geopol铆tica y la historia, la forma en que los Estados Unidos de Norteam茅rica dirige su pol铆tica exterior est谩 basada en la subyugaci贸n de naciones alrededor del globo. Es una verdad de Perogrullo. As铆 se comportan los imperios, cualesquiera que sean, en los tiempos que sean. Latinoam茅rica es considerada su “patio trasero”, y lo que busca EEUU es la existencia de gobiernos sat茅lites y proclives a su ideolog铆a, unos simples ejecutores criollos de pol铆ticas for谩neas, y en eso Uribe sale excelentemente calificado: Ha violado la soberan铆a nacional al otorgarles —en clara traici贸n a la patria y sin protestar— el territorio nacional para la instalaci贸n y funcionamiento de numerosas bases militares (siete) en distintas partes de la geograf铆a colombiana que, desde luego, no son para “brindar seguridad y luchar contra el narcotr谩fico”, como alude, sino para la consecuci贸n del dominio regional norteamericano mediante el ejercicio de la fuerza, especialmente en pa铆ses vecinos que viajan en contrav铆a de sus intereses. “Para controlar a Venezuela es necesario ocupar militarmente a Colombia”, dijo en el a帽o 2000 el senador estadounidense Paul Coverdell, ponente del “Plan Colombia”, en una columna para “The Washington Post”, titulada “Starting with Colombia” o “Empezar por Colombia”. 

Aunque, siendo justos, la relaci贸n de beneficios cruzados entre los dos pa铆ses no inicia con Uribe, ni con Gaviria ni con Barco ni con ning煤n gobernante de este siglo, sino que se gestaron y alumbraron paralelamente con los partidos pol铆ticos. Por all谩, a mediados del siglo XIX, tanto los fundadores del partido Liberal como del Conservador ya le gui帽aban el ojo a la que se iba forjando como potencia regional con altas probabilidades de serlo a nivel mundial, como efectivamente ocurrir铆a. Mariano Ospina Rodr铆guez y Florentino Gonz谩les, fundadores de esos partidos, simpatizaban con la anexi贸n de La Nueva Granada a la naciente potencia empotrada frontera arriba del r铆o Grande. Marco Fidel Suarez exhortaba a mirar a la “North Star” —as铆 llamaba a los Estados Unidos— como el socio prioritario de Colombia. Enrique Olaya Herrera le soltaba como nadie la cabuya de la deuda externa para que ese pa铆s amarre, con nudo marinero, a Colombia; Ospina P茅rez terminar谩 de confeccionar la silla en la que los estadounidenses cabalgar谩n sobre el lomo del pueblo colombiano al firmar la TIAR, el tratado por el cual esta esquina suramericana quedar谩 regida y sometida militarmente a los EEUU.  Y as铆, con esas ansias inconscientes de convertir a Colombia en un protectorado gringo y en largas seguidillas de convenios de “inversi贸n” extranjera y canjeadas por l谩minas de oropel, nuestros dirigentes terminar谩n por entregar Panam谩, las minas de preciosas gemas y de oro, el carb贸n y el petr贸leo, el cobre y el n铆quel, los p谩ramos y los bosques, la espesa selva con su desquiciada riqueza hirviente de vida; los mares, los r铆os, la soberan铆a y hasta la existencia y dignidad de sus gentes; s贸lo y con la mira puesta en el inmediato beneficio de esas 茅lites. 

Con la TIAR se soldar谩 la alianza bilateral para combatir el “coco” del comunismo, una de las banderas m谩s sacudidas por 脕lvaro Uribe V茅lez, el pol铆tico m谩s “generoso” con el pa铆s del norte: Ha hecho colosales esfuerzos por firmar leoninos TLC´s entre Colombia y Estados Unidos, donde el gran ganador es este 煤ltimo y donde el sector agr铆cola colombiano y su poblaci贸n rural son los m谩s golpeados con sus desastrosas consecuencias.  Ha otorgado cientos de concesiones mineras especialmente de extracci贸n aur铆fera con limosneras e insignificantes regal铆as para los territorios, que pr谩cticamente son “gangazos” para los emporios norteamericanos y que Uribe presenta eufem铆sticamente como “incentivos a la inversi贸n extranjera”.  Ha aprobado pol铆ticas b茅licas injerencistas como el refuerzo y continuidad del Plan Colombia y la b煤squeda y aprobaci贸n del Plan Patriota para “combatir al terrorismo”, la estrategia norteamericana para legitimar su presencia en Colombia, cubriendo sus verdaderas intenciones de control geopol铆tico.  Ha dado un ciego apoyo p煤blico a las invasiones estadounidenses en Medio Oriente y otros lugares del mundo a pesar de la devastaci贸n efectuada por sus poderosos ej茅rcitos.  Ha permitido rociar con millones de litros de glifosato vastas 谩reas del territorio nacional, sin reparar en su probada ineficacia y menos en sus terribles repercusiones en la salud de las personas (en su inmensa mayor铆a campesinas e ind铆genas) as铆 como en el medio ambiente; producto denunciado y prohibido en varios pa铆ses.  Ha enviado cientos de colombianos a suelo norteamericano sin m谩s justificaci贸n legal que el pedido de las autoridades de ese pa铆s, sin un riguroso acervo probatorio (ya que los solicitan en extradici贸n pero es all谩 donde arranca el proceso judicial; es decir, pueden solicitarlos sin pruebas) y con muchos de ellos inocentes o convertidos en chivos expiatorios. 

Ha encendido una guerra medi谩tica-militar contra pa铆ses declarados adversos al gobierno norteamericano como Venezuela, pa铆s en el que 脕lvaro Uribe es acusado de promover golpes de estado, desestabilizaci贸n y hasta intentonas magnicidas, como a inicios del 2004, cuando fueron capturados m谩s de cien paramilitares colombianos vestidos con prendas militares venezolanas, listos para tomarse el palacio de Miraflores y eliminar f铆sicamente a Hugo Ch谩vez Fr铆as; o en 2008, cuando en conjunto con militares norteamericanos bombarde贸 a Ecuador en una operaci贸n denominada F茅nix donde fue abatido el l铆der guerrillero “Ra煤l Reyes”, amenazando con hacer lo mismo en Venezuela, motivo por el cual Ecuador demand贸 ante la comunidad internacional a Colombia, y Venezuela cerr贸 la frontera, afectando a miles de personas que viv铆an del comercio bilateral. 

Ha interferido en asuntos internos extranjeros con un sostenido lobby a nivel mundial contra el gobierno de Nicol谩s Maduro Moros, so pretexto de “salvar a Venezuela de la tiran铆a”, y donde “coincidencialmente” Estados Unidos ha expresado tener proyectos invasivos.  Ha permitido la presencia inobjetable de agentes militares y de inteligencia estadounidenses, brit谩nicos e israel铆es, que llevaron a Uribe a firmarles un cheque en blanco jur铆dico y moral al concederles —sin el menor asomo de dignidad, en el caso de marines norteamericanos— impunidad total frente a sus posibles delitos cometidos en suelo colombiano, que ya no son posibles porque ya se cometieron, como con el aberrante caso de las violaciones, abusos sexuales y vej谩menes de toda 铆ndole (grabaciones f铆lmicas y posterior comercializaci贸n de ese material pornogr谩fico) contra infantes colombianas por parte de soldados estadounidenses.

¿Ese —y mucho m谩s— es el costos铆simo precio pagado por la impunidad del que los propios norteamericanos ranquearon como el narcotraficante n煤mero 82?  Todo indica que s铆.  “Puede que sea un tirano, pero es nuestro tirano”, afirm贸 la administraci贸n Roosevelt al referirse al dictador nicarag眉ense Anastasio Somoza. 

La pr谩ctica de tener gobiernos sat茅lites mediante gobernantes genuflexos a EEUU en una relaci贸n de mutuo beneficio, se ha convertido —a trav茅s de la historia de ese pa铆s— en su tradicional y m谩s pragm谩tica norma de pol铆tica exterior. Para nadie es un secreto. As铆 lo demuestran los hechos escritos en la memoria mundial, por nombrar solo algunos, el caso del general Manuel Antonio Noriega Moreno en Panam谩, un aliado de EEUU en la vigilancia de gobiernos contradictores de sus pol铆ticas, colaborador de la CIA, hasta que empez贸 a tomar distancia de las 贸rdenes gringas, consiguiendo el cierre de la “Escuela de las Am茅ricas” en ese pa铆s, un basti贸n militar y de inteligencia estadounidense donde se irradiaba una marcada ideolog铆a anticomunista y se formaba a los gobiernos latinoamericanos en combatir todo lo que fuera en contra del provecho de las 茅lites norteamericanas. Noriega quiso implementar una agenda pol铆tica a contramano de la estadounidense, entonces ya no lo  vieron 煤til, y conoci茅ndole su oscuro pasado como colaborador de Pablo Escobar Gaviria, lo condenaron a cuarenta a帽os en una c谩rcel federal de Miami tras su arresto producto de la invasi贸n de 1989. “Lo terrible es que este vil personaje era en realidad una criatura de Estados Unidos”, se帽al贸 The Washington Post, que recalc贸 que Noriega fue apoyado por la Casa Blanca y trabaj贸 durante varios a帽os para los servicios de informaci贸n estadounidenses, incluyendo la 茅poca en que Bush dirigi贸 la CIA. “Que este hombre haya podido figurar en las n贸minas de pago estadounidenses, incluso si s贸lo fuese una vez, constituye un triste reproche para Estados Unidos” agreg贸 el peri贸dico.  

Similar es el caso de Sadam Hussein: Para la d茅cada de los ochenta, tras la ca铆da del Sha y el estallido de la revoluci贸n isl谩mica del Ayatola Jomeini, Ir谩n es percibido como una amenaza en Occidente. Hussein envi贸 tropas a varios puntos de ese pa铆s para evitar posibles expansiones de la revoluci贸n Isl谩mica Iran铆. Estados Unidos procedi贸 a excluir a Irak de la lista de pa铆ses asociados al terrorismo internacional, reanudaban relaciones bilaterales despu茅s de un tiempo largo de tensiones diplom谩ticas, y Hussein otra vez se convert铆a en el “mejor amigo de EEUU”. El entonces emisario especial norteamericano para Irak, Donald Rumsfeld, viaj贸 a ese pa铆s para sellar la “confianza” entre las dos naciones. A帽os despu茅s era el mismo que dirig铆a, como secretario de Defensa de George Bush, la invasi贸n a Irak con la falsa excusa de que Hussein pose铆a ojivas nucleares, cuando 茅ste se convirti贸 en estorbo y amenaza y al que terminaron suspendiendo en la horca en diciembre de 2006. O el caso del l铆der libio Muamar Al Gadafi, quien expresaba que el presidente Barack Obama era su “amigo”: “Ahora, Am茅rica est谩 gobernada por un hombre negro de nuestro continente, un africano de descendencia 谩rabe, descendiente de musulmanes y esto es algo que nunca habr铆amos imaginado: que de Reagan podr铆amos llegar a Barakeh (sic) Obama”, se帽alaba Gadafi en declaraciones recogidas por el diario israel铆 ‘Yedioth Aharonoth’. Pasado un a帽o, y luego de d茅cadas de que su gobierno pusiera como factor central de su econom铆a la nacionalizaci贸n del petr贸leo, miles de marines estadounidenses invad铆an Libia y el coronel era depuesto, torturado, sodomizado con un madero y asesinado a golpes por la muchedumbre respaldada por Obama. Casos parecidos pueden citarse en personajes como Osama Bin Laden, un aliado inestimable para varias administraciones de EEUU, en especial para las de Jimmy Carter y Ronald Reagan, quienes le vieron como un l铆der fundamental para luchar contra las tropas sovi茅ticas que ten铆an la intenci贸n de contrarrestar la insurrecci贸n isl谩mica que amenazaba las provincias de Turkmenist谩n, Uzbekist谩n, Tayikist谩n y el C谩ucaso. Bin Laden fue entrenado por la CIA para la guerra de guerrillas y las acciones terroristas.  Al cabo de algunos a帽os, cuando Bin Laden rechaz贸 la presencia militar gringa en Arabia Saudita por el conflicto del golfo, les declara la guerra. Entonces ya no es un h茅roe ni un fil贸n sino un perentorio objetivo militar. El l铆der saud铆 lleva al paroxismo su formaci贸n terrorista y de ah铆 en adelante su historia es ampliamente conocida.

Distintos gobernantes alrededor del mundo son respaldados por el “T铆o Sam” si estos se pliegan a sus designios, como es el caso de Arabia Saudita, donde las recurrentes acusaciones de EEUU para los gobiernos que corren en contrav铆a de sus pol铆ticas parecen no aplicar. Pese a que el pa铆s isl谩mico es uno de los lugares donde m谩s se violan los Derechos Humanos y sus gobernantes act煤an de forma tir谩nica (justificaciones aludidas para invadir un pa铆s y derrocar gobiernos), para EEUU s铆 cumplen cabalmente las normativas internacionales. Desde 1940 Estados Unidos y Arabia Saudita mantienen excelentes relaciones diplom谩ticas, las cuales se fortalecieron cinco a帽os despu茅s, cuando en un encuentro entre el rey Abdelaziz Bin Saud y el presidente Franklin D. Roosevelt, sellaron un pacto que le garantizaba al reino de Arabia protecci贸n militar estadounidense a cambio de acceso privilegiado al petr贸leo. Bastar铆a con que Arabia Saudita intente cambiar su pol铆tica petrolera para que EEUU la califique de tirana, corrupta, violadora de derechos humanos, antidemocr谩tica, amenaza para la seguridad nacional, para la regi贸n, etc., y sus tropas reciban la orden de llevar “libertad y democracia” a ese lugar, derrocando y asesinando a sus jeques. Y la lista de gobiernos protegidos por la gran potencia es larga, claro, siempre y cuando no muten en cortapisas de sus planes. 

El caso de Israel es un ejemplo descollante de la acci贸n tutelar que ofrece EEUU a gobiernos s煤bditos.  D铆a a d铆a son rese帽adas por la prensa las violaciones a los Derechos Humanos que este pa铆s comete en otros, especialmente en Palestina y L铆bano.  Alianzas geoestrat茅gicas, pol铆ticas, ideol贸gicas, econ贸micas y militares, conforman el bloque de intereses que ligan tan intensamente a los dos pa铆ses y que hace a Israel inmune a los calificativos de terrorista y criminal que EEUU da sin contemplaci贸n a aquellos que osen desligarse de sus requerimientos.  Israel le significa a EEUU el control geopol铆tico en medio oriente.  Su ubicaci贸n, en el n煤cleo de las reservas de energ铆a f贸sil m谩s grande del planeta, lo convierte en inter茅s primordial para las pol铆ticas imperiales de la potencia occidental, y a eso se suscribe, principalmente, su inquebrantable apoyo.  Incluso all铆 cuentan con bases militares, al estilo de las instaladas en Colombia, el pa铆s que es comparado, desde varias perspectivas, con Israel.  El estado sionista fue un ret茅n al avance de la URSS y las ideas marxistas en la regi贸n; de hecho, durante la Guerra Fr铆a, Israel, junto con otros pa铆ses no 谩rabes de la zona —Ir谩n, Turqu铆a y Pakist谩n— se convirtieron en los guardianes de los intereses norteamericanos cuando la URSS apoy贸 a los nacionalistas 谩rabes en Egipto, Irak, Siria, Libia y Argelia.  La industria militar estadounidense es una de las grandes ganadoras con la situaci贸n israel铆, pues este, al gobernar bajo la ideolog铆a de extrema derecha y con doctrina militarista, ha provocado una carrera armament铆stica que ha disparado la venta de armas de EEUU a Oriente Pr贸ximo.  As铆, Washington emplea a diez millones de ciudadanos en la industria de armas, gana miles de millones de d贸lares y controla, a trav茅s de las obligadas “piezas de recambio”, el sistema defensivo de sus clientes durante a帽os.  Cuando Israel acusa a Ir谩n de poseer ojivas nucleares, recibe m谩s de tres mil millones de d贸lares de EEUU (2015), y a este 煤ltimo le llega un cheque por m谩s de ciento diez millones de d贸lares de Arabia Saud铆 en contratos de armas; por poner solo un ejemplo; uno de miles.  Lamentablemente la guerra es un negocio suculento.  A trav茅s de Israel, EEUU ha podido vender armas a quienes no pod铆a hacerlo directamente: el r茅gimen del apartheid en Sud谩frica, la Contra nicarag眉ense o la Rep煤blica Isl谩mica de Ir谩n (entre 1985 y 1986, llamado “Esc谩ndalo Iran-gate”).  La afinidad ideol贸gica bilateral es punta de lanza de la estrategia guerrerista de esas naciones; por ejemplo, el proyecto estadounidense del “Nuevo Oriente Pr贸ximo”, trazado luego del colapso de la URSS y que pretende convertir los pa铆ses vertebrados y estrat茅gicos de la zona en mini estados controlables, concuerda con los intereses israel铆es a mediano y largo plazo.  Estados Unidos se comporta de manera an谩loga con Israel y con Colombia, a esta 煤ltima la usa para sus fines, tanto interna como vecinalmente, y en contraprestaci贸n, sus gobiernos venales y 帽angotados reciben d谩divas o la absoluci贸n de sus cr铆menes, sin importar el nivel de gravedad donde est茅n situados.  Colombia es cabeza de playa de EEUU para resquebrajar la unidad latinoamericana, que es uno de los fines de su pol铆tica exterior en el continente; solo as铆 podr谩 controlar en su totalidad la regi贸n.  ¿Cu谩l es el pol铆tico que m谩s ha perseverado en este prop贸sito, cobijado en el discurso guerrerista de la supuesta lucha contra el terrorismo y el “castro-chavismo”?  Salta a la vista que tanto el discurso pol铆tico estadounidense como el de Uribe re煤nen prop贸sitos comunes y se complementan.  El uno grande, a nivel regional y global, quiz谩 alarmista y distorsionado, pero con puntales f谩cticos como son las luchas por el poder hegem贸nico contra distintos actores capitalistas en la praxis (China y Rusia principalmente); y el otro, a nivel nacional, en desuso, mentiroso y adobado con ingredientes disparatados y estramb贸ticos, pero, al final, eficaz en una de las sociedades con peores sistemas educativos del mundo y expuesta por siglos al terror de estado: “Evitar caer en las garras tenebrosas del comunismo ateo homosexual”. 

Colombia es el pa铆s latinoamericano al que se concede m谩s ayuda militar estadounidense y uno de los cinco que m谩s la reciben a nivel mundial, junto a Israel, Egipto, Afganist谩n e Irak.  Entre 1998 y 2004 Colombia percibi贸 m谩s de tres mil seiscientos millones de d贸lares para ese rubro y para el 2005 esperaba casi ochocientos millones m谩s.  Despu茅s de Bagdad, Bogot谩 es sede de la mayor embajada estadounidense en el mundo.  Toda clase de misiones militares, am茅n del personal especializado del FBI, la DEA y, por supuesto, la CIA, operan sin tapujos en el territorio nacional en un proceso que bajo los gobiernos de Uribe V茅lez se intensificaron hasta el cenit.  As铆, a los militares y mercenarios y a sus acompa帽antes se les otorgaba inmunidad ante delitos o cr铆menes atroces en el territorio colombiano; podr铆an usar cuando quisieran y sin costo alguno la infraestructura de telecomunicaciones y las conexiones internacionales de se帽ales; no pagar铆an impuestos ni peajes; sus veh铆culos no podr铆an ser requisados, no har铆an aduanas ni tendr铆an control alguno en los aeropuertos, y un largo etc茅tera de holgadas concesiones.   

Es cierto que nada de esto es novedoso: fueron muchos los gobiernos colombianos que manifestaron un irresistible deseo de servir sin reticencias a la Casa Blanca.  Uno de ellos lider贸 la iniciativa de expulsar a Cuba de la OEA, en 1961, bajo la presidencia de John F. Kennedy, cuando lanzaron la mal llamada Alianza para el Progreso.  El gobierno colombiano sigue consider谩ndose como socio preferencial de los Estados Unidos.  Tanta docilidad expresada en los 煤ltimos tiempos en las humillantes s煤plicas de los altos bur贸cratas nacionales para firmar un TLC con Estados Unidos, que motivaron la indignaci贸n de muchos en Colombia, fueron recompensadas con dos planes que pr谩cticamente constituyen un retrato hablado de las necesidades norteamericanas en la regi贸n: el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina.   

Las tensiones pol铆tico-econ贸micas actuales, que arrastran inmensos rezagos de viejas disputas entre las cl谩sicas y emergentes potencias planetarias, terminan por perfilar a Colombia como actor fundamental en dichas y muy probables confrontaciones b茅licas, implicando con ello la “israelizaci贸n” de Colombia; esto es, su conversi贸n en una gigantesca base militar y de vigilancia norteamericana contra los estados centro-suramericanos,238 y que podr铆a llegar a equiparse, incluso, con armas de destrucci贸n masiva y bombas at贸micas t谩cticas, que pondr铆an a Colombia y a toda la regi贸n en una situaci贸n de alerta roja.  Es evidente la decisi贸n de EEUU de avanzar sin estridencias, pero de forma resuelta, en esta direcci贸n.  Para nada es un escenario irreal, y s铆 una amenaza cada vez m谩s latente.   Colombia se ha vuelto el catalizador ideal de la doctrina Monroe: “Am茅rica par los americanos” —m谩s exactamente para los estadounidenses—, y tambi茅n en su Rimland, al desempe帽ar con rigor el doble papel que le impuso el establecimiento yankee: ser l铆nea de defensa y l铆nea de avanzada en la estrategia imperial, usufructuando su inmejorable posici贸n geogr谩fica intermedia en el circuito de pa铆ses del continente latinoamericano. “Colombia es un polvor铆n que casi siempre est谩 a punto de estallar”, dice el periodista espa帽ol Javier Rodr铆guez Carrasco, al analizar este y otros tensos escenarios. 

La m谩xima potencia y “polic铆a mundial” amonesta a cualquiera de sus agentes que por alg煤n motivo incumpla o traicione sus exigencias, y laurea a los que muestran firmeza en su servilismo.  ¿Ser谩 este el motivo por el que ese pa铆s protege a Uribe a despecho de su presuntamente grueso y contundente dossier criminal? ¿Qu茅 mensaje le enviaban a Uribe cuando desclasificaron una informaci贸n tan comprometedora, siendo 茅ste presidente? ¿Por qu茅 Uribe, luego de haber defendido —con mano firme y coraz贸n grande— la no extradici贸n de nacionales en los a帽os ochenta, en el apogeo del cartel de Medell铆n, hoy es uno de los presidentes con m谩s extradiciones firmadas a EEUU? ¿Por qu茅 act煤a como un acucioso elemento desestabilizador de gobiernos ajenos a los intereses estadounidenses? ¿Por qu茅 cumple a rajatabla y sin revirar con las 贸rdenes que le dan en todos los campos especialmente en los pol铆tico-econ贸micos? 

En el libro “Frechette se confiesa”, de autor铆a del periodista de investigaci贸n y ganador del premio Pulitzer, Gerardo Reyes, el exembajador de los EEUU (fallecido) demostr贸 que ese pa铆s estaba al tanto de las actividades de Uribe y que por ser su fiel servicial, ha desde帽ado las graves acusaciones que trae sobre su espalda. Frechette hace referencia al tema de las Convivir, cuando Uribe fung铆a como gobernador de Antioquia, con expresiones tales como: “No niego que me com铆 el cuento. Y con el pasar del tiempo me di cuenta que era un se帽or extremadamente h谩bil pero muy creyente en los paramilitares”. Frente al tema del desarme de estos dice que “no lo convenci贸”, y a帽ade: “A otro perro con ese hueso. Pero Uribe ten铆a apoyo en el congreso y en EEUU”. 

Cuando le pregunta si cree que Uribe tuvo que ver con el auge del paramilitarismo en Colombia contesta firme:

“Por supuesto. Las Convivir fueron la ra铆z de lo que despu茅s se convirti贸 en un enorme problema. Cuando Uribe como presidente se dio cuenta de que ya los gringos estaban oli茅ndose todo, entonces decidi贸 hacer el desarme de los paramilitares. Un desarme completamente chimbo, como usted sabe. Hab铆a unidades completas que nunca hab铆an sido Convivir ni nada de esas cosas. Y Washington se qued贸 dormido”. 

Luego, frente a la cuesti贸n de que si Washington fue alcahueta de Uribe en el tema de los paramilitares, respondi贸 con un contundente y escueto “¡S铆!”. Sin atenuantes ni vacilaciones. Afirm贸 tambi茅n que Uribe era una persona muy diferente a lo que 茅l pensaba: “No es democr谩tico, no tiene mucho respeto ni por lo judicial ni por el Congreso, una persona autoritaria y muy populista, en muchos sentidos es muy parecido a Ch谩vez”. Frechette cuenta que mucha gente le alertaba sobre 茅l: “No le tenga mucha confianza a Uribe, es un tipo ligado con los narcos, que apoya a los paramilitares. Me hablaban pestes de 茅l en esa 茅poca, fui a verlo y qued茅 muy impresionado, pero no me dio ninguna satisfacci贸n en los temas que nos preocupaban”.

Pasado el deceso de Frechette a mediados de 2017, la revista Semana — basada en el libro de Gerardo Reyes— en su publicaci贸n titulada “El Virrey ha muerto”, consigna en uno de sus p谩rrafos: “Reyes tambi茅n indag贸 a Frechette en el libro sobre sus opiniones respecto a 脕lvaro Uribe. Lo primero que dijo fue que la desmovilizaci贸n de los paramilitares durante ese gobierno fue una farsa total. Tambi茅n cuestion贸 algunas decisiones que C茅sar Villegas, el n煤mero dos de la Aeron谩utica Civil, tom贸 a favor de algunos narcotraficantes cuando Uribe era el director a comienzos de los ochenta. Agreg贸 finalmente que “el gobierno norteamericano estaba tan satisfecho con la gesti贸n de Uribe que decidi贸 no pararle bolas a los rumores que circulaban en su contra”. Dijo tambi茅n: “Hay secretos de Estado que no contar茅”.

Reyes sondea a Frechette sobre su concepto respecto al entonces gobernador de Antioquia. Frechette recuerda que alguna vez indag贸 al gobernador sobre el porqu茅 hab铆a nombrado al narcotraficante C茅sar Villegas en un cargo directivo dentro de la aeron谩utica, y asegura que Uribe se escud贸 diciendo: “Villegas era un experto en aviaci贸n, pero no sab铆a que era un torcido”. Su recalcada microgerencia fall贸 por en茅sima vez. El exembajador adem谩s explic贸 que “Estados Unidos decidi贸 apoyar a Uribe porque este siempre mostr贸 ser un hombre de los gringos”, es decir, un incondicional, siempre dispuesto a respaldar las pol铆ticas estadounidenses”. 

La ce帽ida alianza entre Uribe y el gobierno estadounidense es de car谩cter personal, tanto as铆 que el entonces mandatario George Walker Bush invit贸 a Uribe a su rancho de Crawford, Texas; un lugar reservado para personajes muy cercanos o de relevante importancia estrat茅gica para los Estados Unidos como Tony Blair o Ariel Sharon. All铆 es donde brindan, cenan y cuajan negocios los grandes Business Man del planeta. Este episodio, seg煤n palabras del entonces ministro de relaciones exteriores de Uribe, Luis Fernando Moreno, “es una muestra m谩s de la importancia que Estados Unidos le da a Colombia y ratifica la condici贸n de ser su primer aliado de la regi贸n”. Bush tambi茅n premi贸 a Uribe con la Medalla Presidencial de la Libertad, la m谩s alta distinci贸n de Estados Unidos a un civil, parad贸jicamente por “su lucha contra los grupos armados, el narcotr谩fico y su compromiso con la libertad, la democracia y las reglas de derecho”. “Est谩 dedicado a la prosperidad del pueblo colombiano y sus pol铆ticas han restablecido las fundaciones de una paz y de la democracia en Colombia”, dijo la Casa Blanca momentos antes de que Bush colgara la medalla en el cuello del mandatario colombiano. Los flashes congelaron el instante describiendo su lenguaje corporal: postura obediente y ligeramente reclinada en se帽al de reverencia; sonriente y con los ojos engrandecidos y desorbitados por la felicidad, como el sabueso al devolverle el frisby al amo que le recompensa con una croqueta. Solo falt贸 el amoroso zigzagueo de colita. Con la misma distinci贸n y el mismo d铆a fueron condecorados el entonces ministro brit谩nico Tony Blair y el de Australia, John Howard, otros gobernantes claves para EEUU. El propio 脕lvaro Uribe admite una reuni贸n en su casa-finca ubicada a las afueras de Rionegro con la entonces embajadora estadounidense Anne Patterson, casualmente tres meses antes de ser elegido presidente por vez primera. ¿Ser铆a aquella reuni贸n una especie de ceremonia de ungimiento?

Pero sobre Uribe a煤n hay m谩s: cables desclasificados que comprueban su participaci贸n en delitos trasnacionales como el narcotr谩fico o el terrorismo, los mismos que Estados Unidos dice combatir; testimonios de exjefes paramilitares que purgan largas condenas en ese pa铆s, testimonios, evidencias y todo tipo de indicios se帽alan indefectiblemente a Uribe como un criminal peligros铆simo y de talla internacional, pero, como ha fungido como el elemento m谩s funcional y subordinado a la pol铆tica exterior norteamericana, sigue campante en la impunidad que ellos le han otorgado y que 茅l, guardando las proporciones, tambi茅n les dio. Una relaci贸n de mutuo beneficio donde los dos actores son ganadores y el 煤nico perdedor es la sociedad colombiana, especialmente la de las capas ubicadas en los gruesos cordones de miseria.  

Este tipo de tramoyas internacionales han sido hist贸rica y peligrosamente normalizadas en la sociedad colombiana; la corrupci贸n estatal y el narcotr谩fico finiquitaron alianzas indisolubles que volvieron indistintos a unos de otros y que se articulan de las m谩s diversos modos y a todos niveles, fortaleciendo a esas minor铆as gangsteriles y desde luego, lesionando la calidad de vida de las mayor铆as. Un gran g谩ngster o mafioso es un soci贸pata y el soci贸pata persigue su objetivo al precio que sea. Al mafioso no le interesa hacer pol铆tica, no busca el servicio social, se ha hecho pol铆tico porque ve en el Estado la forma m谩s efectiva de alcanzar y proteger ese objetivo, que desde luego es ego铆sta en sumo grado: acrecentar al m谩ximo su poder y blindarse ante la justicia. Y el poder de un Estado es de los m谩s grandes que puede alcanzar un individuo (terrenalmente hablando). Por tanto, cuando un mafioso llega al poder del Estado, no gobernar谩 democr谩ticamente ni con sentido social, sino exclusivamente en funci贸n suya y en la de su limitado grupo. “Si le das m谩s poder al poder, m谩s duro te van a venir a coger”, dice una l铆nea de la canci贸n de Molotov. ¿C贸mo restarle poder a ese poder mafioso?: Mediante el voto consciente de cada ciudadano(a). Votar por un mafioso y esperar que gobierne en beneficio de todos es como pedirle a Garavito que cuide un jard铆n infantil.

Siendo 脕lvaro Uribe V茅lez el pol铆tico m谩s influyente del pa铆s que m谩s exporta coca铆na a los EEUU, su mayor aliado de la regi贸n en temas pol铆ticoecon贸micos, el que comparte su misma cosmovisi贸n, el que les ha concedido todo cuanto le han pedido, el mejor calificado por ellos y condecorado con las m谩s altas distinciones que otorga esa naci贸n, el que les cumple con la mayor eficiencia y eficacia todas sus disposiciones, entre otras, la de desestabilizar gobiernos contrarios a las pol铆ticas estadounidenses, y teniendo en cuenta tambi茅n que, seg煤n puede colegirse en base emp铆rica, el negocio-beneficio de la droga es bilateral, ¿c贸mo creer entonces que la gran potencia decidir铆a requerirlo para apresarlo en alguna de sus mazmorras? ¿Al pa铆s que posee la inteligencia m谩s avanzada del mundo en temas de espionaje y seguridad nacional, se le pas贸 por alto que un important铆simo funcionario del pa铆s con quien posee las mayores alianzas en todos los aspectos y en todo el hemisferio, considerado su sat茅lite en pleno n煤cleo continental, est茅 presuntamente inmerso de manera tan honda en el narcotr谩fico y otros delitos transnacionales? Ser铆a muy c谩ndido suponerlo. “Estados Unidos no tiene amigos permanentes, solo intereses permanentes”, sentenci贸 John Quincy Adams, sexto presidente de ese pa铆s. … ¡Business are business!

Colombia ostenta el vergonzoso t铆tulo de ser la tercera sociedad m谩s desigual del planeta.  Eso tiene, sin espacio a la duda, ra铆ces en la administraci贸n estatal pensada 煤nicamente en el beneficio de los estrechos grupos detentadores del poder pol铆tico y econ贸mico, nacional y extranjero, en este caso, los Estados Unidos de Norteam茅rica. Se necesitar铆a una biblioteca entera para plasmar los atropellos, cr铆menes e inacabables expoliaciones que el imperio estadounidense ha ejercido en el considerado por ellos como “su patio trasero”. Eso lo dejaron claro hace siglos con su doctrina “Am茅rica para los americanos”, que en el fondo significaba, y a las claras, “Am茅rica para los Estados Unidos”.  Colombia, como eje estructurador de la pol铆tica imperial gringa, es quiz谩 el actor m谩s importante dentro de los objetivos aspiracionales de la gran potencia, ya en declive.  Los gobernantes colombianos, consagrados agentes del pa铆s del norte, son piezas invaluables para el establecimiento estadounidense; de otra manera le ser铆a imposible ejercer, de manera tan profunda, su influencia y la puesta en marcha de sus planes sobre el circuito latinoamericano. De ah铆 la imperiosa necesidad de abordar su situaci贸n en estas l铆neas generales, que se quedan absolutamente cortas para explicar los casi dos siglos de injerencia y dominaci贸n imperial a la que se han visto sometidos los pueblos de este continente.  El gran pretexto, que, como dijo Galeano, insulta la inteligencia de la gente, es tambi茅n la gran viga sostenedora de la presencia y permanencia yankee en suelo patrio: La falsa lucha contra las drogas. Si no existiera tal pretexto, no podr铆an explicar su injerencia en Colombia y de paso, en otros pa铆ses.  Eso responde el porqu茅 del amplio despliegue que en este texto se le dio a ese fen贸meno.

La unidad latinoamericana es el gran dique de contenci贸n frente a las terribles consecuencias del imperialismo; en ello se sustenta a perfecci贸n los ataques a las ideolog铆as integracionistas como la Bolivariana, la UNASUR, la CELAC, el Banco del Sur y otros tantos entes que surgieron como respuesta a la sostenida ofensiva estadounidense.  Ya Trump empieza a lanzar improperios y calumnias contra los posibles gobernantes colombianos en 2022, acus谩ndolos de encarnar el fantasma del “castrochavismo”, que no es sino otro nombre para cubrir el enorme temor que les produce los gobiernos progresistas de la regi贸n. No fue gratis el golpe de estado que le dieron, hace casi un a帽o, a Evo Morales. Ni los incontables que, a lo largo de la historia, han efectuado en este y dem谩s continentes. “Si el imperio no los quiere, es que algo bueno est谩n haciendo”, dijo en una conferencia el destacado soci贸logo Atilio Bor贸n. 

El imperio se ha desnudado y tiembla fuerte por la sacudida de sus propias acciones, como aquel coloso de Rodas. Solo es cuesti贸n de tiempo para ver su derrumbe. No es un deseo particular y subjetivo, es una realidad emp铆rica: Ning煤n imperio perdura eternamente. Lo ratifica la historia.


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