Por Lord Petrosky
En un paÃs como Colombia en el que la mayorÃa de los ciudadanos son clase media y en el que la mayorÃa de las personas viven del diario, en el que los impuestos son excesivamente altos y en el que las brechas económicas son enormes, realizar una reforma tributaria es un asunto de coger con pinzas, más aún en medio de una pandemia que ha costado miles de vidas y que pretende poner IVA a los servicios exequiales, es decir, a la muerte.
Los ministros y quienes legislan, en su mayorÃa, están completamente desconectados de las realidades sociales del paÃs, de las verdaderas necesidades de la ciudadanÃa, de las formas y costos de vida; pero, más grave aún es que ellos no se deben al pueblo sino a unos pocos grupos económicos y financiadores en un esquema que por años lo único que ha hecho es seguir acrecentando esas brechas sociales: los pobres más pobres y los ricos más ricos.
Y es que la reforma tributaria, es mucho más que eso, es una reforma del Uribismo, del partido de gobierno que vendió a su candidato con la promesa de “más empleo, menos impuestos”, pero que ahora quieren gravar hasta productos de la canasta familiar porque hay déficit económico según ellos por la pandemia, pero no por invertir en aviones de guerra o en un programa para satisfacer egos.
Ya están repitiendo el viejo pero conocido modelo que por años el Uribismo ha utilizado para subir al poder: crean el problema y venden la solución. La reforma tributaria es el reflejo de lo que significa el partido Centro Democrático y de la forma cómo ven a sus votantes. Por eso, ahora se quieren desmarcar del presidente, del ministro de hacienda y de la reforma tributaria para evitar costos polÃticos por parte de una ciudadanÃa cada dÃa más consciente e informada o “adoctrinados” como ellos dicen.
Ha sido el uribismo el que por años ha gobernado bajo sus intereses económicos. Fueron ellos los que pusieron al actual presidente, el que propone esta reforma. Y fue el uribismo quien ha llevado a tener el paÃs que tenemos hoy. Colombia está cambiando, los clientelismos tradicionales y los polÃticos que no respetan al pueblo ya no tienen lugar, la reforma del uribismo no representa la radiografÃa de Colombia ni sus necesidades.
Hoy vemos que cada dÃa se despierta más el descontento social, y Colombia está despertando. Como dirÃa un ex presidente “Ojo con el 2022”, porque no nos pueden volver a meter “progreso” por reforma tributaria y crisis económica naranja.
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