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Lo que el mar y la tierra nos enseñan: el CAS - Circuito Asociativo Solidario que crece en Buenaventura

Lo que el mar y la tierra nos enseñan: el CAS - Circuito Asociativo Solidario que crece en Buenaventura



Si uno mira bien, Buenaventura no solo tiene agua: tiene redes. Redes humanas. Redes de mujeres que conservan el sabor de la memoria en su cocina ancestral, de pescadores que leen el río como si fuera una herencia escrita por sus abuelos, de costureras que bordan identidad en cada prenda. Redes que, aunque han existido desde siempre, hoy se fortalecen bajo una estructura concreta: el Circuito Productivo y Turístico de Buenaventura – Bajo Calima.


Este circuito no es un experimento. Es una respuesta organizada a necesidades históricas. Reúne a 47 organizaciones que, desde sus saberes locales y realidades diversas, han decidido no esperar más salvadores, sino asociarse, cooperar, producir y resistir. Aquí no se habla de desarrollo como discurso abstracto, sino como práctica concreta que se hace con los pies en la tierra y las manos en el agua.


Para entenderlo fácil: un circuito como este es como una minga que no se acaba, donde cada red —de pesca, agroindustria, textil, turismo o cultura— pone lo suyo y lo comparte. Un sistema económico de escala local, pero con visión global. Uno donde la plata no se va con los de afuera, sino que circula, se queda y fortalece lo que somos.


Todo este proceso ha contado con el acompañamiento cercano de Unidad Solidaria y la Universidad del Tolima, que ha sido aliada clave en la implementación pedagógica, formativa y metodológica, especialmente a través de espacios como los diplomados SEAS y la agenda territorial para la paz. Su presencia ha sido una garantía de sostenibilidad en el tiempo, más allá del momento inaugural.



El Circuito Asociativo Solidario - CAS de Buenaventura – Bajo Calima está conformado por cinco Redes productivas que se complementan entre sí. Cada una tiene una identidad y vocación propia, pero todas se fortalecen al caminar juntas. Y eso es clave: aquí no hay competencia, hay comunidad en movimiento.

  • La Red de Pesca Artesanal dignifica el oficio histórico de quienes viven del agua. A través de la producción, cría y comercialización de especies marinas, estas organizaciones avanzan en procesos propios de transformación y venta, sin depender de intermediarios que bajan los precios y sacan las ganancias del territorio.
  • La Red Agrícola, Pecuaria, Forestal y Agroindustrial está enfocada en el trabajo con productos tradicionales como el coco, la papa china, las plantas medicinales y las hortalizas. Este grupo recupera el valor del saber campesino-afro y lo convierte en economía sostenible. Lo que antes era subsistencia, hoy se fortalece como estrategia de soberanía alimentaria y comercial.
  • En la Red Textilera, la confección de prendas de vestir no solo representa ingresos, sino también identidad cultural y creatividad aplicada. Aquí se le apuesta a un modelo textil que integra empleo digno, formación y circulación local, alejándose de la precarización típica del sector.
  • La Red Cultural, Social y Comunitaria es, quizá, la más simbólica. Integra procesos musicales, de formación, arte y fortalecimiento organizativo. Gracias a esta red, la cultura no es adorno, es herramienta para el desarrollo, para la pedagogía de la paz y para la recuperación del tejido social.
  • Y finalmente, la Red de Turismo Comunitario y Gastronomía Popular y Ancestral pone en valor todo lo anterior: construye rutas, productos y servicios donde se conjugan los sabores, las historias y los paisajes del Pacífico, no como atractivo exótico, sino como experiencia viva gestionada por sus propios habitantes.
Infografía de CERE - Universidad del Tolima






Hablar del circuito es hablar de resultados. Hoy, más de 5.000 personas están involucradas directamente, muchas de ellas mujeres jefas de hogar, juventudes y comunidades indígenas y afrodescendientes que antes estaban dispersas o excluidas de los modelos tradicionales de desarrollo. El circuito ha permitido articular oficios, formar capacidades, generar ingresos y activar circuitos de comercialización más justos.

Las cifras dan pistas del impacto: según datos publicados en el portal web de Unidad Solidaria, más de 1.200 nuevos empleos estimados, 1.400 millones de pesos invertidos para infraestructura, formación y fortalecimiento organizativo, acuerdos comerciales en marcha, y sobre todo, una red de confianza que no depende de la política del turno, sino del compromiso comunitario a largo plazo.


Un ejemplo de este avance es la consolidación de la cooperativa COOMPACTO, que se proyecta como operadora del Muelle 13 bajo un modelo cooperativo. La articulación con actores como la Universidad del Tolima y la Unidad Solidaria ha sido determinante en esta etapa. No solo se logró constituir una figura formal, sino que se trazó un camino viable de gestión autónoma para el desarrollo del puerto.


Lo vivido en jornadas como la Feria Popular y Solidaria y la Rueda de Negocios celebradas en abril es importante, sí. Pero lo realmente transformador es lo que ya quedó sembrado y sigue creciendo: organizaciones que ahora tienen canales para vender sus productos, mujeres que hoy gestionan rutas turísticas o puntos de venta, jóvenes que han comenzado a capacitarse y formar parte de cooperativas o asociaciones productivas, y comunidades que ahora toman decisiones estratégicas en colectivo.


Esto no significa que todo esté resuelto. Pero sí marca una diferencia: donde antes había dispersión, hoy hay ruta compartida. Donde antes se compraba afuera, hoy se produce adentro. Donde antes se soñaba con “traer desarrollo”, ahora se construye con las herramientas propias, con voz propia, sin esperar salvadores.

¿Y qué significa todo esto para quien no está familiarizado con conceptos como asociatividad o economía popular?

Significa, simplemente, que cuando una comunidad se organiza, puede dejar de sobrevivir para empezar a vivir. Que el dinero no se lo lleva otro, sino que circula internamente. Que se puede trabajar para el bienestar común, sin pisarse unos a otros. Que no hay que irse para progresar. Y que los saberes ancestrales y populares, cuando se valoran y se articulan, son más que cultura: son motor de desarrollo.




🎥 El material audiovisual acá publicado y que además puedes profundizar sobre este proceso han sido incrustados desde Unidad Solidaria en X y por el Centro de Estudios Regionales – Universidad del Tolima en Instagram. Respetando toda Propiedad Intelectual y por este motivo han sido incrustados en este portal desde las redes sociales y permisos de las mismas plataformas de sus titulares bajo código HTML/JavaScript. Si no puede observar algún material audiovisual - es producto de permisos configurados en estas plataformas por sus administradores, ajenas a nuestro ejercicio.




Informe: Lord Petrosky - Sala de Redacción | Lord Petrosky



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