El presidente Gustavo Petro anunció una decisión contundente en busca de paz y justicia: solicitó la militarización de la frontera del Catatumbo, del lado venezolano, y ordenó aumentar los efectivos en la zona colombiana. Según sus propias palabras, “no es la tierra la que le gana a la mafia, es la coordinación entre los dos Estados” lo que puede derrotarla. Actualmente, cifras oficiales señalan que ya hay 25.000 soldados desplegados en la región.
Solicité la militarización de la frontera del Catatumbo del lado Venezolano, para lograr reducir al máximo las fuerzas de la mafia.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) August 28, 2025
He ordenado al ejército Colombiano ampliar el número de efectivos en el Catatumbo colombiano.
Tenemos 25.000 soldados en la zona.
No es la tierra… https://t.co/FYziZdRgVM
Este movimiento se da en contexto de una crisis prolongada en el Catatumbo, donde los grupos armados al margen de la ley han impuesto su dominio y convertido vidas e historias en cifras de horror. La militarización responde a una estrategia clara: debilitar esas fuerzas criminales que arrasan con comunidades enteras y abrir paso a la esperanza.
Aunque el anuncio generó atención pública, Petro fue enfático al aclarar que no se trata de una unión de ejércitos entre Colombia y Venezuela. Al contrario, afirmó que se busca articular esfuerzos compartidos contra el narcotráfico y la violencia, manteniendo la soberanía intacta. La instrucción fue clara: coordinación, no fusión.
Esto marca un cambio: no es la militarización por militarización, sino una apuesta por la protección de la vida. En un país que ha pagado con sangre y almas rotas el precio de gobiernos fachos y represivos, esta medida refleja el giro hacia la defensa de nuestras comunidades, no de los intereses de las élites.
Vale recordar que este anuncio coincide con un operativo similar en Venezuela: al otro lado de la frontera, se desplegaron más de 15.000 efectivos del régimen de Maduro, como parte de la denominada “Operación Relámpago del Catatumbo”. Allí, aseguran que se trata de enfrentar la criminalidad; aunque expertos en derechos humanos advierten que estos operativos también han cargado sobre los hombros de los civiles más vulnerables.
Al mismo tiempo, Colombia ya ha desplegado operaciones conjuntas en el pasado. La Operación Catatumbo y otras iniciativas antinarcóticos ya habían implicado fuerza militar, con resultados mixtos: capturas, rescates, heridas, evacuaciones y, sobre todo, comunidades que esperan que este nuevo impulso traiga algo diferente.
Lo que está en juego es claro: no se trata de quién gobierna más territorios, sino de quién protege mejor a nuestra gente. La militarización, lejos de ser un gesto autoritario, bajo esta administración toma una dimensión diferente: es un acto político contra la muerte sistemática y la criminalidad sin rostro, y por eso se alinea con lo que siempre hemos llamado el Gobierno de la vida.
Informe: Ari/Luna - Sala de Redacción | Radio Chécheres
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