Por: Redacción Contracara.
A nivel nacional no es conocido el nombre de Leopoldo ‘Polo’ DÃazgranados, aunque sà suena en la esfera regional del Magdalena, no tanto por ser un periodista de calidades sino por poner su lupa y su pluma al servicio del poder de turno.
Polo es director del medio digital «Seguimiento.co«, que aborda temáticas enfocadas principalmente en los asuntos públicos de ese departamento. Sin embargo, lo público parece tornarse personal para Polo cuando no media el presupuesto del erario. Eso, al menos, es lo que evidencian los hechos: Se encariña con unos o se ensaña con otros dependiendo de los réditos económicos obtenidos. Veamos:
Es bien sabido que Polo es un hombre muy cercano al peligroso clan Cotes, investigados por toda clase de presuntos delitos que van desde paramilitarismo hasta mega desfalcos. Con ellos y ante ellos fue indulgente y en la mayorÃa de los casos, cómplice por omitir información de interés general. Asimismo, con el cuestionado clan DÃazgranados. En épocas del reinado de la temida familia de marras, Polo suscribió millonarios contratos (de más de 360 millones de pesos) con la gobernación de Rosa Cotes, tÃa de Luis Miguel «El Mello» Cotes, exgobernador de Magdalena, sancionados por el elefante blanco de la mal llamada «VÃa de la Prosperidad«. Se trata del acto 0372 del 15 de marzo de 2019.
Sigamos.
Polo también tuvo múltiples y jugosos contratos con la corporación regional autónoma de Magdalena (CORPAMAG) en el tiempo que Rosa Cotes fue gobernadora:
Pero a Polo DÃazgranados se le secó el chorro del dinero público con la llegada a la Gobernación de Carlos Caicedo, notable adversario de los clanes corruptos del Magdalena y de la clase polÃtica tradicional del paÃs. Es allà cuando el cariño que indisimuladamente exhibÃa por las poderosas familias se convierte en odio contra el lÃder de Fuerza Ciudadana.
No pasa semana sin que su portal ataque a Caicedo y a la alcaldesa de Santa Marta, Virna Johnson, con argumentos que, lejos de ser periodÃsticos, se asemejan más a los de alguna «bodega» uribista: chismes, falacias, descontextualizaciones, revoltijos malintencionados de datos, erradas concatenaciones y hasta sabidas calumnias congestionan cada «informe» publicado en su portal. La inyección presupuestal que antes le era otorgada con generosidad por la politiquerÃa, ahora le es negada. Eso lo desespera y lo asoma a los terrenos de la obsesión dañina, de la locura. Basta con ojear sus redes sociales: su vida gira en torno a Caicedo y en buscar con microscopio algo que pueda relacionarlo con alguna conducta delictiva, por mÃnima que pueda ser. No la halla y tiene que recurrir a la calumnia y hasta profana la memoria de un muerto para achacárselo, sin el miramiento que un periodista serio deberÃa tener, y pese a que los mismos autores intelectuales del crimen confesaron que nada tenia que ver Caicedo con ellos.
Ahora insinúa que Caicedo no tiene tÃtulo de abogado; quiere impregnar el imaginario colectivo de una bruma de dudas infundadas sobre la transparencia académica del actual gobernador, aunque la Universidad Nacional le haya respondido que todo está en orden. Ya no es normal la obsesión de Polo contra Caicedo. El del desorden —a nivel mental— parece ser él; un desorden causado por la desesperación de verse sin el erario del Magdalena del que tanto gozó en tiempos donde sus socios eran Dios y ley. Ahora lo es el pueblo.
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